Foro botellón
Hablando de boberías solemnes, el Área de Juventud del Ayuntamiento de Almería ha organizado una cosa que se llama Foro Botellón. No, no se trata de quedar a las once en el Parque Nicolás Salmerón, a tomar un calimocho preparado por la concejala Rosario Soto. Se trata -a ver si lo explico bien- de un órgano que analizará, debatirá y articulará propuestas para abordar las consecuencias del ocio nocturno en la calle, que es como finamente se llama a salir de marcha hasta las tantas. Lo primero que sorprende del asunto es el nombre, claro. Foro Botellón. No lo han llamado Observatorio del Ocio Nocturno, que es como lo hubiera bautizado un socialista, la ministra Elena Salgado, por ejemplo. Ni tampoco han querido llamarlo, por resultar muy explícito, Órgano Para Que Los Jóvenes No Consuman Alcohol En La Vía Sino En Los Bares De Copas, Que Se Están Arruinando. Lo han llamado Foro Botellón, lo que demuestra en primer lugar que el Ayuntamiento necesita urgentemente un asesor de imagen.
El Foro Botellón está compuesto por 16 colectivos pertenecientes a la administración y a la hostelería, por asociaciones de vecinos, por asociaciones de estudiantes universitarios, por las Nuevas Generaciones del PP y por las Juventudes Socialistas de Andalucía. No sabía yo que los jóvenes socialistas y los cachorros de la derecha se juntaban por la noche en el Parque Nicolás Salmerón a ponerse ciegos de vino. Debe de ser un error. Pero el caso es que asistieron y que el viernes pasado se celebró la primera reunión, presidida por nuestro alcalde Luis Rogelio Rodríguez-Comendador. Como el Foro Botellón, según dijo, tiene carácter abierto y nace con la finalidad de tratar el fenómeno desde diferentes puntos de vista, aquí va el mío, por si fuera de utilidad.
Pero antes quiero celebrar el ascenso del botellón a categoría de análisis. En mis tiempos nadie reflexionaba sobre lo que hacíamos o dejábamos de hacer. Nadie nos organizó nunca un Foro Canuto. Hoy si los chicos molestan se llama a los psicólogos; antes llamaban a la policía. Pero el botellón no es un problema de salud pública. Es un problema, y bien gordo, para los sufridos vecinos del Parque Nicolás Salmerón. Allí se reúnen cargadas de alcohol las juventudes del PP y del PSOE, parece ser. Salvo que sea un error, como digo, y que los jóvenes que hacen botellón sean en realidad otras juventudes más despolitizadas, que no estaban el viernes en el Foro.
Mi propuesta: que el botellón se considere un asunto de ruidos nocturnos. Viéndolo así, se diría que uno lo está simplificando; pero en realidad es todo lo contrario. Lo fácil es considerarlo un problema de salud pública para justificar una ley restrictiva, como acabará sucediendo. Lo difícil y comprometido para un ayuntamiento, lo verdaderamente municipal, sería dejar que los adultos consuman alcohol donde les dé la gana y meter mano de verdad a los ruidos que molestan. Qué todos los vecinos puedan descansar: los pobres que viven en los barrios del botellón, las víctimas de los perros ladradores, los que viven cerca del aeropuerto, los damnificados por la Feria de agosto y los fastidiados por la Semana Santa, que este año cae en abril.
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