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Ana Laura Aláez aborda la debilidad del artista mediante una videocreación

La artista bilbaína presenta una instalación hecha en Corea del Sur

Ana Laura Aláez (Bilbao, 1964) disfruta de una proyección artística internacional. El tratamiento del espacio y su escala humana le han dado un prestigio que le permite abordar proyectos simultáneos en varios países, utilizando disciplinas como el vídeo, la fotografía o la arquitectura. Se define como una "constructora de espacios" y ha diseñado uno en Pamplona en el que reflexiona sobre la vulnerabilidad e inseguridad del artista.

La pieza esencial es la videoinstalación K-STAINS 2005, construida como imágenes fotográficas en movimiento, en el que, a lo largo de cuatro minutos y de forma simultánea se presentan los pensamientos de tres mujeres jóvenes en tres pantallas sincronizadas. El trabajo se complementa con fotografías tomadas en el rodaje por la artista bilbaína afincada en Madrid, en las que combina un realismo depurado y un tratamiento más personal de la imagen. Dos autorretratos de gran tamaño de la artista, en paredes enfrentadas, y concebidas como una instalación, completan la introspección personal de Aláez: "Es algo callado. El público tiene un concepto determinado de cada artista. A raíz de la construcción en 2000 de un espacio de club que creé dentro del museo Reina Sofía hay una identificación mía con el hedonismo que quería matizar ahora".

La obra de Aláez estará en la galería Moisés Pérez de Albéniz hasta marzo. La autora subraya que el hecho de exponer en una galería es para ella similar a exponer en un museo. "No me gusta incorporar elementos comerciales. Las galerías son tan importantes como los espacios museísticos. He creado una instalación para esta galería, que no conocía antes y que me ha fascinado". "Este espacio es exquisito, podría perfectamente pertenecer al mundo de Nueva York. Tiene energía propia".

La muestra tiene una factura estética atractiva pero su contenido es de una vulnerabilidad muy fuerte. "Los personajes femeninos habitan en sus reductos de melancolía, ensimismados en sus pensamientos. Cada historia podría ser una imagen fotográfica. Las chicas dudan de sus gustos, su propia imagen, sus sentimientos", dice la artista.

Corea del Sur

Tras participar por segunda vez en la Bienal de Pusan (Corea del Sur), propusieron a Aláez realizar un proyecto específico en ese país. "Decidí hacer un vídeo. Por vez primera vez escribí un guión y surgió algo mágico. Las chicas que lo protagonizan son estudiantes de Bellas Artes de una universidad local, el iluminador también. El resultado es que los pensamientos que se escuchan, escritos por mí, eran asumidos plenamente por ellas como propios, aunque debido a su timidez y a las limitaciones sociales del país ellas nunca los hubieran podido plantear en voz alta", explica.

Aláez usa todas las disciplinas, incluida la moda: "Es una herramienta más de trabajo. Soy la estilista de las modelos. Cuido todos los detalles". "Si eso es moda", se cuestiona, "hago moda, pero eso no significa que la moda sea absolutamente necesaria. Si un personaje saliera desnudo, también sería moda. El concepto moda es muy confuso".

Desde finales de los 90, Aláez ha multiplicado su actividad. En 2004 revisó la idea del club dentro del museo y lo convirtió en una arquitectura violenta en forma de rayo que atravesaba el Taidemuseo Tennispaltsi of Helsinki; en 2001 representó a España con tres instalaciones en el pabellón de la Bienal de Venecia; en 2003 diseñó Beauty Cabinet Prototype para el Palais de Tokio de París; en 2005 creó Goodbye Horses para el National Museum of Art, Architecture and Design de Oslo y está exponiendo sus vídeos más recientes en el espacio Pirelli de Milán.

Ahora proyecta un espacio específico en Bogotá, en el Museo de la República, que ultimará esta primavera, trabaja en el espacio Bridge of Light para el proyecto Towada City de Japón y le espera la filmación de un vídeo en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos).

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