El inconformismo del último Miró aparece en una exposición
La fundación de Palma cataloga el legado de 1.700 piezas del pintor
La Fundación Pilar y Joan Miró, de Mallorca, defiende del pintor "el inconformismo como actitud", a través de la exposición Caminos inexplorados, así como su potencia artística reflejada en el "laboratorio creativo" de los fondos que aquél donó. Como un manifiesto de 600 páginas, hoy se presenta en Palma de Mallorca la edición del catálogo de las 1.700 piezas del legado, con el título de Miró (Lunwerg).
Con el deseo de ratificar que las últimas épocas del autor "no son secundarias", la fundación ha organizado una exposición, Caminos inexplorados, que invade todos los muy distintos ámbitos museográficos, desvelando algunos secretos del Miró de madurez, de la cocina de su obra.
"Por una vez se rompe el malentendido de que no tenemos colección", afirmó la directora de la fundación, Magdalena Aguiló, para quien "la desinformación también pesaba entre los expertos en arte". Aguiló atribuyó la leyenda a "la crisis" suscitada por el veto que la familia de Miró impuso hace tres años, que se plasmó en la retirada de sus cuadros en préstamo, en protesta por el despido político del anterior responsable, Aurelio Torrente, que fue hace siete años el impulsor del catálogo.
La colección abarca entre 1908 y 1981, aunque el grueso de creaciones data a partir de 1960, cuando Miró empezó a crear en Palma. Una mayoría de las telas que Miró donó no están firmadas, algunas están inconclusas y otras son bocetos de trabajo previo. "En sus escritos dejó dicho que la firma y la datación eran secundarias en el calado de las obras", indicó Aguiló.
Uno de los caudales más relevantes de la fundación fluye en los cientos de dibujos de trabajo, material de preparación de grandes piezas. En especial, la Fundación Miró de Palma cuenta en el valor documental y artístico de los talleres y estudios en lo que nació la obra de Miró, un caso excepcional en el mundo de los museos actuales. La hija de Miró, Maria Dolors, fallecida un año atrás, evoca en el catálogo cómo su padre buscó "el silencio" en Mallorca, "muy internacional y al tiempo aislada". El pintor catalán de madre mallorquina se casó con otra insular, Pilar Juncosa. El matrimonio creó la fundación con los dos estudios del artista con sus originales sin signar existentes al morir, así como los terrenos que circundan su domicilio. Después, la viuda pagó las obras con una subasta.
Joan Miró, anotó su hija, pretendió conectar "en un triángulo" la sede de Mallorca con las fundaciones Miró de Barcelona -abierta en 1976- y la fundación Maegth de Saint Paul de Vence, creada en 1964. Aguiló manifestó que buscan complementar tres facetas: museo, centro de colecciones y ser "un espacio de arte de experimentación vinculado a lo contemporáneo", según pretendió el mecenas.
El experto William Jeffet significó que la exposición y el catálogo "ayudan a ver la totalidad", y el interés de Miró por "todas las formas y todos los medios de expresión".
Rafael Moneo explica el sentido con el que levantó su edificio dedicado a Miró, y Jaume Freixa hace lo propio con el taller de Josep Lluís Sert. Georges Raillard biografía precisamente el trabajo del autor en los talleres. Maria Luisa Lax reseñó ayer la amplia búsqueda de información para la cronología aneja y el vaciado de la correspondencia de Miró con museos y amigos.
En el complejo de Moneo, estrenado en 1992, en los espacios cúbico, estrella y cero, la pintura y el dibujo, las obras para murales, libros y teatro se presentan en esplendor. Se ve cómo el Miró maduro pintó sobre cartón de embalar o en la misma tapa de caja de madera, repleta de puntas agresivas.
Era un explorador de territorios. En 1923, Miró dijo: "Sé que sigo caminos peligrosísimos"; y en 1975 apostilló: "Y que remar a contracorriente. (...) Si el agua te arrastra, no hay esfuerzo". La exposición se abre con una obra de 1935 sobre el ballet Arlequín, y la cierra una máscara de terracota de 1981, dos años antes de su muerte.
Babelia
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