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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Holocausto y poesía

Es extraña esta película. En primer lugar, por venir de quien viene, de un actor, Liev Schreiber (lo recordará el lector como el orondo Orson Welles de RKO 281), con unos cuantos títulos a sus espaldas, aunque jamás antes se había puesto tras una cámara. En segundo lugar, por proponerse como se propone un producto independiente con un punto de excentricidad (se trata de la historia de un joven, Elijah Wood, que desanda el camino emprendido por su abuelo hasta regresar a la Ucrania natal de éste, en busca de las huellas perdidas tanto de él como de una misteriosa joven) y con una puesta en escena un tanto atrabiliaria y destemplada en su comienzo, que a partir de un determinado momento se convierte en una imparable catarata de sensaciones plácidas, pero también en extremo dolorosas.

EVERYTHING IS ILLUMINATED

Dirección: Liev Schreiber. Intérpretes: Elijah Wood, Eugene Hutz, Jonathan Safran Foer, Tereza Veselkova. Género: drama, EE UU, 2005. Duración: 106 minutos.

O dicho en otras palabras, que el filme comienza con parecida excentricidad en la descripción de los personajes (el protagonista, coleccionista compulsivo de cualquier cosa "por si se me olvida algo"; su traductor ucranio, amante furibundo del hip-hop y de Michael Jackson; el abuelo de éste, que se cree ciego aunque no lo es y que se hace guiar por una perra lazarillo que está loca y que responde por Sammy Davis Jr., nada menos... por no seguir con la descripción de otros, que también los hay así de raros) y con una música que recuerda poderosamente al cine de Emir Kusturica. Y continúa con las formas de un peculiar filme de carretera, para terminar convertido limpiamente en una reflexión sobre... el holocausto judío en Ucrania.

Escondido tras los ropajes de una comedia excéntrica pues se agazapa una reflexión particularmente angustiosa, la del destino de los habitantes de un pueblo, única referencia que maneja Wood sobre el origen de su familia, llamado Trachimbrod, del cual no quedan ni trazas. Pero la búsqueda del personaje principal también esconde otra, la del propio abuelo, que algo sabe sobre Trachimbrod, aunque no lo diga, y que también tiene alguna cuenta que ajustar con el pasado... y con su propio origen.

La luz del pasado

De esta manera, entre medias sonrisas y la placidez de un viaje por las fértiles llanuras cerealeras ucranias, se agazapa un drama terrible, que marcará profundamente el destino de al menos uno de los personajes que en él participa. Narrado con una inusual solvencia (es muy extraño conciliar opuestos tan notables como los que Schreiber maneja en el filme, y él lo logra a partir de un guión sin fisuras y de unos personajes entrañables, a pesar de la lógica distancia que marca el carácter tan abiertamente disparatado que preside sus acciones), la película acaba en un poético ejercicio de regreso de un tiempo pretérito que, en el fondo, nunca se ha ido del todo. "Todo está iluminado por la luz del pasado", dice en un momento determinado el alocado guía hip-hopero.

Y es cierto, como también lo es que sólo la asunción del pasado sin tapujos, con plena conciencia del dolor que puede provocar, es la única forma de mirar de frente al presente y al futuro... una hermosa reflexión que jamás suele olvidar el cine judío sobre el holocausto, del cual esta película es un jalón de los más sorprendentes e inspirados.

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