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Reportaje:

Agentes con olfato

Seis perros de la Guardia Civil inspeccionan en el aeropuerto de Barajas los equipajes de vuelos sospechosos en busca de droga

F. Javier Barroso

Boby comienza su jornada laboral sobre las nueve de la mañana. Es un pastor checo joven, "juguetón y un poco macarra", según lo describe su compañero, un guardia civil con acento del sur peninsular. Boby está acostumbrado a pisotear y olisquear maletas y todo tipo de bultos que entran en el aeropuerto de Barajas. Es, junto a otros cinco perros, el encargado de ponérselo difícil a los narcotraficantes que ocultan sustancias estupefacientes en los equipajes.

Para Boby, su trabajo es un juego. Se sube a la cinta negra por la que son transportadas las maletas de un salto. Nervioso, no para de mirar a su guía. Mueve el rabo con mucha rapidez. Mientras, los empleados de transportar los equipajes empiezan a soltarlos a ritmo lento. Cada bulto llega tras un fuerte impacto en la cinta. El perro los olfatea. Entre uno y otro mira a todos los lados. El can no para de pasar por encima de los bultos, ya que ninguno le resulta sospechoso.

La sorpresa en este vuelo de Caracas llega en una maleta azul con tapas duras. El perro, muy excitado, empieza a arañarla. Cada vez con mayor velocidad. El guardia civil que lo sujeta con una correa ya se ha acercado a él. Se la ha quitado de nuevo para ver que realmente no se trata de un error del perro. Y no lo es. Cuando la maleta llega otra vez a su altura, la sigue arañando. Es el modo que le han enseñado para marcar un paquete sospechoso.

El agente quita de inmediato la maleta del resto y empieza a hablar. "Venga, Boby", "vamos, chico, ¿qué has encontrado?", son algunas de las frases que le dice en voz alta mientras el pastor checo está cada vez más inquieto. El guardia civil saca una gasa enrollada en forma de rodillo que no huele ni nada. La mete debajo de la maleta y, en un momento dado, la saca. Es su particular premio.

El perro la muerde con fuerza. Y entonces empieza el juego entre el guía canino y su compañero. Intenta quitárselo, pero el otro, que lo tiene bien cogido, se hace cada vez más fuerte. El guardia no para de decirle que lo ha hecho muy bien y que es "un buen chico". "Muchas veces, con el cambio de respiración o con la forma de mover las orejas, ya sabes que hay algo sospechoso. La experiencia ya nos dice hasta qué tipo de maletas son las utilizadas para intentar introducir la droga", explica un guardia civil.

El trabajo para los agentes no ha hecho más que empezar. Los guardias civiles que están junto a las pistas pasan la descripción de la maleta a sus compañeros que están en la sala de recogida de equipajes. Éstos, que están de paisano y uniformados, se fijarán en la persona que la recoja. Discretamente, le dirán que lo pase por un escáner que hay en la sala y le obligarán a que la abra en presencia de más agentes. En ese momento, será detenido y acusado de un delito contra la salud pública (tráfico de drogas).

En este caso se trata de un hombre de 35 años procedente de Venezuela, con cerca de tres kilos de cocaína ocultadas en el doble fondo de su maleta.

"El perro, desde luego, es una gran ayuda. Todos los días se encargan de controlar tres o cuatro vuelos que nosotros llamamos calientes para que no pierdan el olfato y estén entrenados. También hacemos prácticas. Les metemos maletas nuestras con droga para que no se desmotiven", señala un guardia civil que lleva más de diez años en Barajas.

Los vuelos que generan más sospechas son aquellos que provienen de América del Sur y Central, en especial de Colombia, Venezuela, Brasil, República Dominicana y Argentina, además de Miami (Estados Unidos). También hay rutas procedentes de Cabo Verde, en África, o Bucarest y Holanda. También hay vuelos nacionales, como los procedentes de Ceuta y Melilla. "Todo esto va cambiando y la sorpresa puede surgir en cualquier vuelo", señala un agente.

El perro es adiestrado durante cinco meses y medio en la escuela que tiene la Guardia Civil en El Pardo. Allí, le enseñan a distinguir cuatro tipos de estupefacientes: cocaína, heroína, marihuana y hachís. Las pastillas de éxtasis son más difíciles de detectar porque la composición de esta sustancia cambia según el traficante. Como a veces llevan cocaína, también son marcadas por los canes. Después, pasan otros 15 días hasta que su nuevo compañero y el can empiezan la toma de contacto antes de trabajar juntos. "Son unos compañeros perfectos. Saben cuándo uno está de mal humor o si está enfadado. Se dan cuenta por la forma que tienes de hablarle o incluso de tirar de la correa", reconoce otro agente.

Compañeros de por vida

El perro suele trabajar hasta los seis o siete años, según el ritmo de trabajo y el carácter que tenga. A partir de ahí, al guía le dan la opción de quedarse con él. "A veces sí que te lo llevas a casa, pero otras veces depende de las circunstancias de cada uno. En ocasiones, algún compañero no se lo ha podido llevar porque su esposa no lo ha querido o porque vivía en una casa pequeña", añade un guardia civil.

Boby no para de juguetear fuera de la furgoneta en la que es transportado. Dentro, está su otro compañero, Rex, como el conocido perro de una serie homónima de Antena 3. Está molesto porque oye a Boby que está suelto y él, mientras, se halla enjaulado. "Es difícil saber cuál es el perro que más droga ha aprehendido. Es un poco de suerte y de que le entren varias maletas seguidas", explica un guardia civil.

En breve, habrá un perro más en la unidad de Barajas, con lo que ya serán siete. La Guardia Civil siempre opta por perros de raza como pastores alemanes, belgas y holandeses. También hay cockers y perros de agua. Son animales muy listos, con buen olfato y un tamaño adecuado para meterse en cualquier rincón, incluido el maletero de un coche.

Dos toneladas en 11 meses

Botes de desodorante, botellas de bebidas alcohólicas, fondos de maletas o impregnados en la ropa. Son un pequeño ejemplo de los centenares de formas que han utilizado los narcotraficantes para intentar introducir el estupefaciente a través del aeropuerto de Barajas.

Cuando los perros descansan, la Guardia Civil dispone de una furgoneta dotada con un potente escáner, donde también son inspeccionados los equipajes de los vuelos más sospechosos. Dos agentes se encargan de comprobar que el contenido sea legal. Igual que en el caso del perro, los guardias siguen a los delincuentes.

"Vemos tantas maletas a lo largo del día que ya somos capaces de reconocer una marca de colonia o de desodorante por el bote y la densidad vista a través del escáner", asegura un cabo. "La droga siempre viene con unos índices de pureza muy altos. Entre un 80% y un 90%, por lo que puede ser cortada cuatro o cinco veces, lo que hace aumentar el beneficio del narco", añade otro agente.

De enero a noviembre de este año han sido detenidos 564 pasajeros, que portaban 2.045 kilos de estupefacientes. La cocaína, con 1.949 kilos, es la más numerosa, seguida muy de lejos por otras sustancias como la marihuana.

Los dobles fondos (794 kilos) y ocultos en otros recipientes (892) han sido las fórmulas más utilizadas. La Guardia Civil ha detenido a casi una mujer por cada cuatro hombres: 146 féminas frente a 418 varones. Noviembre ha sido el mes más activo, con 69 arrestados y 301 kilos decomisados.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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