Topar con la Iglesia

Concluido el cervantino 2005, seguimos topándonos con la Iglesia, que diría el noble hidalgo. Con cierta Iglesia, al menos. La que venida allende los mares se permite decir que una organización terrorista que ha asesinado a más de mil personas, dejado cientos de heridos y sigue ejerciendo terror y chantaje, no es un problema sino un síntoma. O la que aprovechando un púlpito religioso se descuelga con un discurso netamente político sobre el "obstáculo" que representa "la aplicación excesivamente rígida de la ley" en la persecución de delitos terroristas. Igualmente topamos con otro caballero vizcaíno, caudillo sindical, que afirma que "no habrá normalización política hasta que los presos vuelvan".

Al primero habría que recordarle que ETA no es un síntoma, sino un cáncer metastásico que hay que combatir en su raíz. Al segundo, que gracias a la persecución del delito en aplicación de esas denostadas leyes las víctimas y perseguidos tienen el amparo que él les niega. Y al tercero, que los criminales están donde deben estar por asesinar, extorsionar, secuestrar y destruir bienes públicos, no por repartir caramelos. Así se entiende que el asesino de Ramón Baglietto tenga el cuajo de poner una tienda bajo el piso de su viuda y diga que su pueblo le apoya a él. Y, desgraciadamente, no es el único.