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Columna
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Terror y sexo

Comienza el año en Madrid con un crimen que siega la vida del rumano Leonardo Muran, de 23 años, en la madrugada del 1 de enero. Cayó abatido por un disparo en la barandilla de un quinto piso de la plaza carabanchelina de la Rendición de Breda. Otras tres balas fueron disparadas contra tres pisos en un radio de 300 metros respecto al lugar del crimen. Me contaba recientemente una persona amenazada por ETA que, al presentar denuncia en una comisaría madrileña, el comisario le dijo que el problema de nuestra seguridad radica en que cualquier listo puede dispararnos desde el sitio más inesperado. Un asesino ateo te ve, por ejemplo, salir de la parroquia Deutsche Katholische Gemeinde de la avenida de Concha Espina y, enfurecido porque te imagina en gracia de Dios, para vengarse de esa predilección divina de la que gozas, te pega de repente un tiro y te instala en la proyección celestial de Desvío al paraíso, una película de la que es coguionista Santiago Tabernero.

Y, antes de hablar de sexo, de lo que, como es sabido, apenas se puede hablar en un periódico, salvo que sea para poner un anuncio en la sección Servicios bajo el epígrafe Relax -es decir, que, si pagas, puedes redactar y publicar un texto en el que se hable con entusiasmo de sexo, pero si cobras por el texto, el periódico considera que ya te has tenido que divertir lo suficiente escribiendo el texto y pensando en cobrarlo en su momento, y, en consecuencia, no necesitas un suplemento de diversión sexual-, hablemos, pues, de Vida y color, una película del riojano Santiago Tabernero, que acaba de estrenarse. La película está ambientada en 1975 y rodada en el barrio de Fuencarral. Vida y color es una fábula negra en la que participan varios personajes de barrio muy celosos de sus secretos. Hay en Vida y color aventuras juveniles y un relato de terror. Esta presencia de lo gótico -lo que no significa, claro, que se ofrezcan en la película vistas de la catedral de Burgos- es el mayor aliciente para el público que, sobre todo, se entusiasma pasando miedo o estimulando su vida espiritual con escenas de sexo. Con periodicidad germánica me llega un boletín de la Federación de Cines de España (FECE) en el que Rafael Alvero, director general de esta empresa, canta con su buena voz de cirbonero -o sea, de natural de Cintruénigo (Navarra)- las gracias del cine. Una encuesta reciente revela que las salas de cine pierden espectadores a marchas forzadas. Es una pena que, junto con la encuesta del descenso de asistencia a las salas de cine, no se dé también la encuesta de la asistencia a misa. ¿Quién es el responsable de que vaya menos gente al cine? Yavhé lo explica: los responsables son los cineastas que gastan bromitas absurdas a la Iglesia católica y le hacen a la gente perder la fe. Hay una ley sociológica que dice: si dejas de ir a misa dejarás pronto de ir al cine. Y es muy comprensible. Salvo los superdotados que, además de estar tocados por la gracia de Dios, tienen tendencia genética al éxtasis y, en consecuencia, disfrutan con la misa y tras el "Podéis ir en paz" del sacerdote, se van felices a casa a seguir vibrando con los evangelios, el pueblo llano, menos asistido por Dios y con los genes más orientados hacia los placeres mundanos, sale de la misa con un sopor insoportable. Y ¿qué hace entonces para animarse un poco?: se mete en la primera sala de cine que encuentra y, tras el sopor del sermón, encuentra entretenida hasta la película más infumable (ahora, por cierto, desde la implantación de la ley antitabaco todas las películas son infumables: otra dificultad más para que el cine gane público). El pueblo llano que va a misa es esencialmente cinéfilo y él crea todos los grandes éxitos de taquilla. Por tanto, si la FECE de la calle Campoamor, y de Rafael Alvero, y los cineastas quieren público ya saben lo que tienen que hacer: apoyar ciegamente todas las propuestas del Vaticano. A más fieles, más cinéfilos. Mientras haya cristianos -o ateos, es igual, con tal de que acudan a la iglesia- que vayan a misa, el éxito de taquilla está garantizado. ¿Hay mucho sexo en Vida y color? ¿Se desnudan Junio Valverde y Silvia Abascal? ¿Hace un cameo Txus Di Fellatio, el alma de 1.90 de Mägo de Oz, la banda que canta Polla dura no cree en Dios, la canción preferida de las hijas de Rodríguez Zapatero? Lo siento: me niego a ser una máquina de respuestas.

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