A la jungla, por decreto
La junta militar birmana traslada la capital desde la costa al interior de la selva
Los camiones militares aparcan varias veces a la semana enfrente de los ministerios de Yangon, nombre que la junta militar gobernante dio en 1989 a la capital de Myanmar. Hasta entonces y desde los tiempos en que era colonia británica, el país se llamaba Birmania y su capital era Rangún. Los funcionarios cargan mesas, sillas y archivos en los vehículos. El convoy parte por la mañana en un viaje de 12 horas por pésimas carreteras. Descargan y regresan por el mismo camino para volver a repetir la operación. Toda la ciudad, la capital de un Estado de 50 millones de habitantes, está de mudanza.
La junta militar que gobierna Myanmar ordenó el pasado 6 de noviembre transferir la capitalidad del país desde la centenaria de Yangon (4,3 millones de habitantes) hasta los desolados y rocosos alrededores de Pyinmana (100.000 habitantes), municipio situado en la jungla, unos 600 kilómetros al norte de Yangon. Los planes del Gobierno son concluir el traslado a finales de enero.
Algunos funcionarios han protestado. Otros, como los del Ministerio de Agricultura, han intentado dimitir en masa, pero se les ha dicho que está prohibido dimitir, según informaron sus familiares. "Todo el mundo odia la idea", indicó Soe, un mensajero cuyo primo, un oficial militar, ha sido trasladado. "Me gustaría que explotara por los aires todo Pyinmana".
Muy poca gente en Yangon acierta a comprender los motivos del cambio. La mayoría cree que la única causa del traslado es el "cerebro infantiloide" del general Than Shwe, de 74 años, que gobierna desde 1992 con absoluta falta de transparencia.Otros analistas han especulado con la idea de que el Gobierno militar teme una invasión de Estados Unidos. Según esta tesis, la paranoia de los militares ha podido llevarles a desplazarse hacia una ciudad que en vez de abrirse al mar está resguardada en el interior y resulta más fácil de proteger. Muchos observadores piensan que todo se debe a la profecía de algún adivino, a los que tan aficionado es el dictador.
Varios testigos declararon haber visto cómo el primer convoy partió a las 6.37, un horario que muchos birmanos atribuyen al consejo de los astrólogos. Cualquiera que sea la razón, el impacto es claro. Los oficiales aseguran que los extranjeros no podrán visitar la nueva capital hasta principios de abril. Las embajadas empezarán a construir sus nuevas sedes a partir de 2007.
Los funcionarios han comunicado a sus familiares que hay muy pocos edificios construidos en la zona asignada a la nueva capital, a unos 30 kilómetros de Pyinmana, en una región que posee uno de los índices más altos de malaria en el país. Las casas gubernamentales aún no están acabadas, escasea el agua y la electricidad. En un ministerio duermen 90 personas en el suelo. Oficiales de alto rango están durmiendo en mesas y despachos. Hay pocos signos de las escuelas, hospitales, supermercados y hoteles de lujo que el Gobierno ha prometido.
"No hay ningún centro psiquiátrico en Pyinmana", ha declarado un miembro del Gobierno. "Y se necesitará por lo menos uno, porque todo el mundo va a volverse loco allí".
El traslado ha separado a muchas familias. Muchos padres no verán a sus hijos hasta que no se terminen de construir las escuelas en la nueva capital. Para muchos funcionarios que tenían un segundo empleo o que vendían la gasolina que les ofrecía el Gobierno en el mercado negro, el negocio se ha acabado. En Pyinmana no hay mercado.
La mudanza de la capital puede aislar más a un Gobierno sobre el que arrecian las demandas internacionales para que levante el arresto domiciliario de la líder de la oposición y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.
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