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Reportaje:

Las astillas de Guadalajara

El dolor de los familiares de los muertos en el incendio y los trabajos en el monte delatan unos ánimos crispados cinco meses después

Patricia Ortega Dolz

El monte ha empezado a quedar reducido a astillas y el dolor por los 11 muertos miembros del retén contra incendios empieza a astillarse también. Las máquinas de la empresa pública Tragsa ya han empezado a talar los árboles quemados; y las familias de las víctimas, "hartas de tanta hipocresía política y tanto olvido", han salido a las calle. Los restos del incendio, que arrasó 13.000 hectáreas de monte en Guadalajara este verano, despiertan a los fantasmas que rodearon la tragedia humana y ecológica más grande de la historia de esa provincia, cinco meses después.

"Nos hemos visto obligados a optar por la vía judicial porque la comisión de investigación fue una pantomima. ¿Cómo es posible que, si se quería averiguar lo que pasó y que cada cual asumiera sus responsabilidades, se desestimaran las opiniones de los miembros y coordinadores de los retenes o de los pilotos de los hidroaviones y, sin embargo, fueran cruciales las de un técnico ambiental de Coimbra (Portugal) que, por mucha teoría que sepa, no estuvo allí?". Habla David Nuevo, miembro de un retén y novio de la única mujer que murió aquel 17 de julio. "Al menos el juez les está llamando a declarar", dice.

Los ánimos están crispados en los dos flancos. Las familias se niegan a aceptar que "casi todo fue culpa del viento" que arreció aquel fin de semana, y el pasado sábado convocaron una manifestación-homenaje en Guadalajara a la que asistieron miles de personas y algunos líderes políticos del Partido Popular. Y los alcaldes de los municipios están afanados en cálculos económicos que les permitan sacar la máxima rentabilidad económica a la madera de los pinos de sus términos municipales.

Unos a la espera de un juicio que "haga justicia" y otros a la espera de una valoración justa de la que era su riqueza natural, y que el próximo día 29 la Consejería de Medio Ambiente adjudicará por concurso a distintas empresas para su explotación. Entre tanto, la Administración ya ha pagado todas las indemnizaciones (unos 350.000 euros por familia) y ha aprobado medidas para mejorar los recursos y la situación laboral de los trabajadores forestales. Y Tragsa ya tala árboles allí donde las dificultades orográficas encarecen tanto la saca de madera que no es rentable para ninguna empresa. El paisaje de los árboles quemados es ya, en muchas zonas, el de un desierto con montones de troncos apilados. En el pinar hay un silencio sobrecogedor y un zumbido lejano de las máquinas que trabajan en la zona. "Está irreconocible. Yo ya me desoriento en el monte", dice Oscar Galán, alcalde de Santa María del Espino.

Todos los afectados se quejan de que el asunto se ha politizado demasiado. Las familias, porque se sienten solas: "Ni derecha, ni izquierda, ni sindicatos ni ecologistas. La manifestación la convocamos nosotros. Nos gastamos el dinero de nuestro bolsillo para hacer los carteles que pegaron las madres viudas con sus hijos. Queremos que, de una vez, se sepa lo que falló, la falta de coordinación que hubo, la falta de preparación de los retenes, los pilotos que no sabían de dónde coger y adónde echar el agua, la falta de medios... La pérdida de nuestros familiares debe servir para que no se repita y, en cambio, seguimos con los mismos jefes y los mismo medios, y eso sí acojona", añade David.

Los alcaldes creen que "la politización" ha dividido. "Estuvimos unidos contra el incendio y ahora los ciudadanos se nos vuelven en contra. No hay día que no tenga que defender a la Administración en el bar, y pago una ronda y ya no me la devuelven", dice José Luis Samper (PSOE), alcalde de Riba de Saelices, donde empezó el incendio del que aún quedan muchas astillas.

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Flores de homenaje a los 11 fallecidos en el lugar de los hechos (Santa María del Espino).
Flores de homenaje a los 11 fallecidos en el lugar de los hechos (Santa María del Espino).P. O. D

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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