Hipocresías
Ya me lo temía: los mismos que han denostado la propuesta de reforma del Estatuto catalán por su presunta, o real, condición insolidaria prefieren moverse conforme a un patrón diferente en otros escenarios.
Cualquiera con dos dedos de cabeza sabe que, luego de la ampliación de la Unión Europea verificada en mayo de 2004, hay un sinfín de regiones en aquélla que exhiben niveles de pobreza manifiestamente mayores que los nuestros. Y, sin embargo, nuestros gobernantes se jactan de conservar para España un puñado, al parecer nada despreciable, de recursos que otros, con certeza, merecen mucho más. Para rizar el rizo, el máximo responsable del principal partido de la oposición anuncia que hubiera conseguido un dinero cuatro veces superior... ¡Qué magnífico!
Pero no todo acaba ahí: en la cumbre que acaba de celebrar la OMC en Hong Kong, nuestros gobernantes no han dudado en cerrar filas con sus homólogos de los restantes países de la UE, y con los dirigentes norteamericanos, en una lamentable operación encaminada a preservar privilegios sin cuento, no ya ante los socios de última hora de la Unión, sino ante los países más pobres del mundo. ¿Cuándo, en los actos oficiales, se escuchará alguna voz que diga basta a tanta miseria.