Bienvenidos al ropero cervantino
La Real Fábrica de Tapices exhibe la vestimenta del Siglo de Oro
La Real Fábrica de Tapices estrena, a partir de hoy, la exposición El Quijote en sus trajes, que da noticia no sólo de cómo vestían y calzaban en el Siglo de Oro sino, además, de cuál era entonces la organización de la vida cotidiana en la España cervantina. Su escenario es la magna Sala Goya, de 446 metros cuadrados de superficie, con artesonado de madera y muros de ladrillo mampostero, abierta expresamente al público para la ocasión.
La muestra consiste en un relato ideado por Sofía Rodríguez, comisaria de esta exposición con Rosa Pereda, que desde el Museo Nacional de Artes Decorativas y bajo el influjo directriz de Carmen Bernis han realizado un laborioso esfuerzo por acopiar y documentar vestimenta, tejidos, ajuares y útiles, de cuya combinación armoniosa el visitante puede hacerse una idea casi completa sobre aquella portentosa época. Portentosas son, precisamente, las características de los atuendos de otrora que han legado, invariantes, muchos de sus elementos a la moda de hoy, pese al fluir de los años. Su sencillez y eficacia perdura: tocados, golas, corpiños, jubones, sobrefaldas, calzas, calzones o escarpines, destellan por la elemental racionalidad a la que obedecía su hechura.
La presencia en la indumentaria del siglo XVII de modas fue también una constante, bien que de duración prolongada. Las que afectaban al vestir masculino podrían ser consideradas como más imaginativas que tantas de las modas contemporáneas.
Había, es verdad, una mayor correlación entre las distinciones de clase social y el vestido, pero las diferencias se atenían, sobre todo, a la muy tajante división entre sexos que cobraba expresión a través de la actitud. En esto, las modas variaban mucho menos, ya que durante todo aquel siglo, el hombre había de exteriorizar gallardía e imperturbabilidad, mientras que la mujer quedaba encapsulada en un pasar estático, resultado de una coerción social evidente. Así lo destaca Rosa Pereda en un estudio preliminar que prologa el catálogo, preludiado también por las españolas María Escribano y Natacha Seseña, así como por Lena Rangström, especialista sueca. Su presencia es resultado de la exhibición en la muestra de una espléndida prenda regia, de color violeta pálido y recamada de oro, encargada por Gustavo Adolfo II de Suecia a un sastre de Hamburgo para un fasto al que, a la postre, no pudo asistir. El país escandinavo posee, por cierto, la colección de indumentaria de familias reales más completa del mundo, que se guarda en la Livruskammaren de la Armería de Estocolmo.
Entre otros muchos objetos sorprende la presencia de dos sombreros masculinos, popularizados por los retratos de Felipe II y cuyo diseño apunta ya la evolución hacia el salacott decimonónico. La exposición revela que la hegemonía política y militar hispana en aquel siglo áureo implantó en Europa una pauta de serena gravedad cuya búsqueda informó muchos de los actos del último y universal caballero andante.
El Quijote en sus trajes. Real Fábrica de Tapices. Calle de Andrés Torrejón esquina a Fuenterrabía. Metro Menéndez Pelayo. Horario continuo de 10.00 hasta 20.00. Gratis.
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