_
_
_
_

La primera gran huelga del transporte público en 25 años paraliza Nueva York

Un juez condena al sindicato convocante a pagar más de 840.000 euros por cada día de paro

La huelga indefinida de los empleados de la red pública de metro y autobús de Nueva York declarada pasadas las tres de la madrugada del martes obligó ayer a siete millones de viajeros a buscar todo tipo de alternativas para acudir al trabajo. La isla de Manhattan quedó semiparalizada por la primera huelga de transportes que viven sus calles desde que en 1980 la ciudad se enfrentara a 11 jornadas consecutivas sin metro ni autobús. El juez del Tribunal Supremo de Brooklyn Theodore Jones condenó al sindicato convocante a pagar un millón de dólares (843.170 euros) por cada día de huelga.

Más información
"Esta ciudad es muy dura"

El juez declaró que está estudiando la posibilidad de multar con 1.000 dólares (unos 843 euros) a cada uno de los 34.000 trabajadores que han seguido la huelga. El sindicato convocante anunció que apelaría la sentencia.

El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, declaró que la protesta le cuesta a la ciudad 400 millones de dólares al día.

"Nosotros movemos Nueva York". Por primera vez en 25 años, la frase con la que se auto promociona el sindicato de transportes neoyorquino Local 100 perteneciente al Sindicato de Transporte (TWA, en sus siglas en inglés) se transformó en la práctica en "nosotros paralizamos Nueva York".

Manhattan, el corazón financiero y económico de la ciudad, donde las luchas sindicales parecían formar parte de un pasado enterrado por la economía de mercado más depredadora, de la que sin duda Nueva York es uno de los mejores ejemplos, se encontraba ayer al borde del colapso.

"Ésta es una lucha por la cobertura de nuestras jubilaciones, por nuestro trabajo y por nuestra dignidad. Os pedimos vuestro apoyo. Nosotros no queríamos esta huelga pero evidentemente la Autoridad Metropolitana de Transportes (MTA, en sus siglas en inglés), el gobernador y el alcalde, sí", declaró al anunciar su decisión Roger Toussaint, el presidente del sindicato. Los casi 34.000 miembros de Local 100 llevaban semanas negociando las bases de un nuevo convenio colectivo con el que aspiraban a conseguir mejoras en sus prestaciones de jubilación y en los seguros de salud.

La MTA, en cambio, bajo la presidencia de Peter Kalikow, quien este año consiguió para la empresa un superávit de 1.000 millones de dólares (unos 840 millones de euros) proponía recortes en dichas prestaciones, algo que el sindicato no ha estado dispuesto a aceptar, aunque eso signifique convocar una huelga ilegal. El Estado de Nueva York prohíbe, bajo la llamada ley Taylor, que los trabajadores del sector público convoquen paros laborales. En otras ocasiones la amenaza de multas de hasta 25.000 dólares (unos 21.000 euros) había conseguido evitar las huelgas. Nueva York se preparaba para el caos de vivir sin transporte público desde hacía una semana ya que la posibilidad de huelga planeaba con claridad sobre la ciudad desde el pasado viernes, cuando expiró el contrato de los trabajadores de la MTA sin que hubieran llegado a un acuerdo con los responsables de la empresa. La convocatoria de paro para ese día se pospuso hasta el martes, con la esperanza de que se alcanzara un acuerdo a lo largo del fin de semana.

Pero no fue así por lo que Nueva York amaneció ayer con sus puentes poblados por miles de peatones que acudieron al trabajo a la isla de Manhattan a pie, en bicicleta o en patines, procedentes de los barrios del Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island, donde reside el 70% de los ocho millones de neoyorquinos. Entre las medidas de contingencia ordenadas por el alcalde estaba la prohibición de entrar en la isla desde dichos barrios en vehículos con menos de cuatro personas durante las horas punta. Quienes pudieron pagarlo entraron en taxi, aunque dichos vehículos también estaban obligados a aceptar a diversos pasajeros en un mismo viaje.

Los servicios de transbordador y las lineas de tren de cercanías, a las que la huelga no afectaba, fueron reforzados pero aún así, a media mañana la ciudad estaba sumida en el más completo caos circulatorio.

Cientos de neoyorquinos cruzan a pie el puente de Brooklyn para ir a Manhattan.
Cientos de neoyorquinos cruzan a pie el puente de Brooklyn para ir a Manhattan.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_