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Columna
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El buche

Antonio Romero ha perdido con el tiempo mucha de la frescura que tuvo antaño. Ahora naufraga en la convulsa Izquierda Unida de Andalucía como diputado raso del Parlamento autonómico, pero la reforma del Estatuto le está permitiendo cierto protagonismo. Este histórico dirigente comunista recuperó el otro día su pasión por la frase ocurrente y el chascarrillo sonoro, logrando resumir en menos de 20 palabras el gran debate de la legislatura: "Que el vaso de agua vaya rebosando y si hay que dar algún buche que lo den en Madrid". Luis Pizarro y Gaspar Zarrías necesitaron meses para llegar a tal grado de síntesis. Y fue al lograr esa concreción cuando advirtieron a la dirección federal del PSOE y al grupo parlamentario de que la reforma que plantean del Estatuto de Andalucía llegará al "límite" de la Constitución.

Entre el buche de Romero y la cláusula Camps y dos huevos duros más de Antonio Sanz, se había escurrido con anterioridad la idiosincrasia gaditana de Alcalá de los Gazules de Pizarro: "La reforma andaluza estará justo encima de la padereta [muro] de la Constitución". La semejanza entre colmar el vaso y alcanzar la cúspide del muro era evidente. Por eso el PSOE ha aceptado el listado de competencias propuesto de forma conjunta por IU y el PA. El buche, que lo tome Zapatero, proponen en Andalucía, si antes no se ha atragantado el hombre con la porción de mar que tiene que sorber con el estatuto de Maragall.

Mientras tanto, en el PP de Andalucía se ha impuesto el decreto de sequía de ideas. Ni beben del buche constitucional, ni dejan beber a los demás las sobras inconstitucionales. Es el partido del hortelano de la comunidad autónoma. No ha presentado ni una sola iniciativa concreta en la ponencia del Estatuto andaluz, pero han sido capaces de escribir cinco folios seguidos En defensa de la simetría y del máximo competencial de la Constitución. Andalucía de primera en la España Constitucional. Un lema que sería un acierto para la manifestación que cualquier día convoca el PP en Andalucía a favor del Estatuto de Autonomía y que podrían encabezar dirigentes que propugnaron la abstención o votaron no en el referéndum donde se decidió esa Andalucía de primera, simétrica y de máximos competenciales de la que hablan ahora.

La ponencia de la reforma avanza imparable. Tras un año de reuniones, se ha producido un acuerdo: hay consenso entre el PSOE, IU y el PA sobre cómo se va a ordenar el articulado. Con todo, el avance más sustancial es lo que no va a incluir el Estatuto. Al actual ritmo de acuerdo, es una satisfacción saber que al menos se van a ahorrar la discusión de la disposición adicional segunda, la popular deuda histórica. Zarrías ha visto el cielo abierto. Ha sido escuchar al Gobierno central ofrecer un grupo de trabajo para calcular el dinero y anunciar de inmediato que la deuda histórica no figura en el próximo estatuto. Vamos que de los 1.148 millones de euros en los que cifró el propio PSOE la deuda histórica con Andalucía, los andaluces apenas han sorbido un buche de 120 millones como anticipo que hizo efectivo el Estado en 1997, y ya estamos fregando el vaso. En los pueblos dicen que una vez que se va el conejo, ya no vale seguir pegando palos a la madriguera. Sobre todo cuando la madriguera del Gobierno de Madrid tiene un nuevo habitante.

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