Biblioteca, guerra y memoria

Estos días podemos ver en Madrid una exposición admirable: Biblioteca en guerra. Mi enhorabuena y reconocimiento a los organizadores. En ella se muestra el esfuerzo heroico de los funcionarios de la Biblioteca Nacional para proteger y conservar durante la Guerra Civil un patrimonio de valor incalculable. Me paseo por las salas de la BN y veo con una mezcla de orgullo y admiración la labor que en el campo de la alfabetización y de la lectura realizó el Ministerio de Instrucción Pública entre 1931-1936. Como profesor siento una gran emoción ante los documentos e imágenes que muestran una empresa, impulsada al tiempo por la razón y la pasión, que facilitó el acceso a la cultura a miles de españoles. ¿Por qué algunos se siguen empeñando en identificar la República con un gran fracaso, cuando en realidad fue una etapa de grandes logros colectivos? Mi emoción deja paso al asombro cuando leo la biografía de los cinco homenajeados: Tomás Navarro Tomás, director de la BN durante la guerra, y cuatro bibliotecarios insignes: Juan Vicens, Teresa Andrés, Jordi Rubió y María Moliner. Todos ellos sirvieron a nuestro país con una competencia y entrega extraordinarias. Su ingente tarea sería yugulada tras la derrota de la República. Conocía a Navarro Tomás por su Manual de pronunciación española y a María Moliner por su Diccionario de uso del español. Aquí se muestra su otra faceta: la de grandes sabios comprometidos con su país, con las necesidades y los derechos de sus compatriotas. Leo los paneles, veo los documentales y concluyo con pesar que hemos tardado, esta vez también, demasiado tiempo en hacer justicia a la obra y a la memoria de aquellos que mejor han sabido servir a España.

Recorro las salas de la BN. Veo a pocos jóvenes, como si los hombres y mujeres de los que hablamos, sus ilusiones, sus logros y sus fracasos no formaran parte de su vida. No lo creo. Desde aquí los animo a que vayan a conocer y reconocerse en una página inmortal de nuestra historia reciente.