Soltería conflictiva

La comedia de solteros, ese trozo del territorio de lo cómico que asuela las pantallas desde hace ya unos años, tiene con Irene un nuevo capítulo, aunque en realidad no tan común como solemos estar acostumbrados. Narración de la vida de la dudosa heroína que da nombre al filme (Cécile de France, notable), la película esconde un punto de vista alejado al habitual en este tipo de operaciones: no se habla aquí de las quimeras de una mujer que espera el príncipe azul y mientras tanto va viviendo, sino que se exponen las razones que llevan a una mujer guapa e independiente, aunque no especialmente adorable, a vivir una soltería no deseada. O, dicho de otra manera, que lo que se prima es el punto de vista sobre el personaje más que sobre las habituales triquiñuelas que nos hacen simpáticas a este tipo de mujeres.

Irene no lo es, o lo es muy a su manera; y su mala suerte no es lo único que explica su vida: no hay más que entender una cierta cultura provinciana, representada también por sus padres, para entender por dónde van los tiros. Ivan Calbérac, nuevo en esta plaza, dirige con habilidad una película cuya honestidad está por encima de sus debilidades. Su punto de vista huye por igual de la facilidad y de las bromas pesadas a lo Bridget Jones para terminar componiendo un retrato muy plausible de una mujer con dudas.