Absuelto de asesinato un padre británico que mató a su hijo enfermo irreversible
La juez considera que el homicida, enajenado, creyó actuar por el bien del niño
Un ex soldado británico de 38 años, Andrew Wragg, fue declarado ayer inocente de la acusación de asesinato de su hijo de 10 años, Jacob, aquejado de una enfermedad degenerativa que le había dejado sordo, mudo, incontinente y en estado vegetativo irreversible hasta la muerte, que suele llegar antes de cumplir 15 años. La juez Anne Rafferty aceptó los argumentos del defensor de que Wragg habría actuado sin ser responsable de sus actos, aunque no aceptó que matara a su hijo por piedad, sino afectado por su experiencia militar en Irak, y por el bien del niño. La juez le consideró culpable de homicidio, pero dejó en suspenso la condena de dos años de cárcel.
El caso ha provocado cierto revuelo en el Reino Unido, donde no está admitida la eutanasia. Tanto la juez como las organizaciones proeutanasia negaron que la muerte de Jacob se enmarcara en ese debate.
Andrew Wragg mató a Jacob, el mayor de sus hijos, ahogándole con una almohada la noche del 24 de julio de 2004. Había llegado recientemente de Irak, donde luchó en las fuerzas especiales británicas, las SAS, y luego se empleó como guardia de seguridad. Al regresar encontró a Jacob muy desmejorado y decidió acabar con lo que él interpretaba como una vida llena de sufrimientos, debidos al síndrome de Hunter. Esa noche le pidió a la que entonces era su esposa, Mary, que se llevara de casa al hijo pequeño de ambos, George, de seis años. Luego, a solas con Jacob, le ahogó con una almohada. Después llamó a la policía para confesar el crimen y después a Mary.
Defensa
La juez de Lewes, en West Sussex, ciudad costera al sureste de Inglaterra, aceptó las afirmaciones de la defensa de que Wragg actuó condicionado "por lo que creía que era un acto de piedad", que "reaccionó a una tensión que consideraba insoportable" y por el hecho de que "de inmediato telefoneó a la policía".
Un jurado de ocho mujeres y cuatro hombres tardó sólo cinco horas en declararle inocente de la acusación de asesinato y aceptar su confesión de homicidio con atenuantes. La acusación, sin embargo, sostenía que Wragg actuó "movido por el egoísmo" y para tener una vida más tranquila.
La juez sostiene que Mary Wragg fue cómplice de la muerte de Jacob y concluye que ambos querían acabar con el sufrimiento del niño. Aunque la mujer ha negado que supiera las intenciones de su marido, la juez afirma lo contrario porque Mary estaba con George, el hermano pequeño, esperando en el coche la llamada de Wragg y ésta se produjo cuando llevó a George a casa de la abuela. Mary sostiene que se llevó al niño porque pensaba que su marido quería una noche de sexo.
"Una tendría que ser muy incauta para creer que una madre con su dedicación y experiencia se comportó de esa manera sólo para disfrutar de una noche de prolongada intimidad con usted", dijo la juez a Andrew Wragg al leer la sentencia. "No tengo ninguna duda de que ella era cómplice. Si hubiera concluido lo contrario debería haberme formado una idea más severa de usted. Acepto que no le hubiera usted quitado la vida a Jacob si, ni siquiera por un momento, hubiera usted pensado que ella no estaba de acuerdo con lo que iba a hacer", añadió. "A mi juicio lo que usted ha hecho y dicho desde la muerte de Jacob buscaba protegerla a ella con un escudo, como cuando le dio instrucciones para abandonar la casa antes de que usted llegara, para evitar que ella fuera incriminada. Debo sentenciarle de acuerdo con su declaración de que no hizo esto ni por ella ni por usted, sino por el niño", dijo la juez.
"Los homicidios van desde las acciones de un sádico a las de hombres que actúan por piedad, atendiendo a las peticiones de enfermos terminales. Aunque Jacob era incapaz de hacerle esa petición, acepto que usted genuinamente creyese que hacer lo que hizo acabaría prematuramente con una vida afligida que se dirigía inexorablemente a su final sin su intervención", añadió la juez.
ANDREW WRAGG: "No me juzguéis sin conocer los hechos"
Nunca ha negado que le mató. Nada más hacerlo, llamó a la policía para confesar y luego a su mujer. "Por favor, no me juzguéis sin conocer todos los hechos", les dijo esa noche, nada más ser detenido. "Fue un crimen por piedad. Mi hijo quería que lo hiciera porque tenía una enfermedad terminal. Ahora descansa en paz. Le quería muchísimo".
Andrew se describió ante el jurado como un buen padre que había atendido siempre sus obligaciones para con Jacob. Pero todo empezó a cambiar cuando fue destinado a Irak en la unidad de élite del ejército británico, las fuerzas especiales. Allí vio morir a dos compañeros y un chófer iraquí. Dejó el ejército para trabajar de guardia de seguridad por 120.000 euros al año. Su defensor planteó el estrés bélico como una de las causas del cambio en su comportamiento. Cada vez le era más difícil aceptar las penalidades de su hijo. Al volver del último viaje dice que encontró a Jacob más deteriorado que nunca. Llegó a la conclusión de que su hijo le pedía la muerte con la mirada. Creía que Jacob "había llegado al final del camino". La noche del 24 de julio había bebido; llamó a su mujer para que se llevara al hijo pequeño, George, de seis años, a casa de la abuela. Esa noche, solos padre e hijo, asfixió a Jacob con una almohada.
MARY WRAGG: "La dignidad de mi hijo ha sido destruida"
Mary, la madre del pequeño Jacob y ex esposa de Andrew Wragg, se declaró ayer indignada por la sentencia que absolvió a su ex marido. "Ha sido muy difícil quedarse ahí sentada escuchando cómo la dignidad de mi pequeño niño ha sido destruida en un esfuerzo por reducir el impacto de su muerte", declaró a las puertas del juzgado de Lewes tras la sentencia.
"La enfermedad de Jacob ha sido utilizada como excusa en este crimen y me parece que es algo que debería avergonzar a todos los que le han presentado como un ser con menos derecho que otros a la vida, o menos capaz de disfrutar de cada momento precioso cuando su enfermedad se lo permitía", añadió.
"Hay muchas cuestiones sensibles reveladas por esta tragedia que sé que han afectado a otras familias, pero sólo necesito decir, como madre de Jacob, lo orgullosa que estoy de haber amado y cuidado a una criatura tan vivaracha, tan feliz y única como él. Quiero agradecer a la policía y a la acusación el enorme trabajo y su compromiso en nombre de Jacob para asegurarse de que hubiera un veredicto de culpabilidad; sin embargo, tengo que decir que estoy abatida por esta sentencia y por el mensaje que lanza a otros", concluyó. En el juicio, Mary negó cualquier complicidad en la muerte.
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