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Dora Salazar reduce su producción en pos de una mayor reflexión creativa

La artista afronta su última semana en Bilbao pensando en su próxima cita en San Sebastián

Después de "tres o cuatro años" sin exponer en solitario, la artista Dora Salazar (Alsasua, 1963) parece desquitarse esta temporada. A punto de finalizar su actual muestra en Bilbao (Galería Windsor Kulturgintza; Juan de Ajuriaguerra, 14), inaugura "en un mes" en San Sebastián; proyecta exponer en Madrid en 2006 y acudirá a la cita de la feria Arco. Salazar afronta una nueva etapa en su proceso creativo marcada por la reflexión y la "clarificación" de su discurso.

La artista navarra se encuentra en un momento de cambio, personal y de trabajo. Por una parte, quiere salir de San Sebastián, donde ahora reside y crea, en su casa, para trasladarse "a lo ideal", al campo. "Siento esa necesidad creativa", apunta, pero no regresaría a su Alsasua natal, que se ha quedado como almacén "del pasado", sino que seguiría en Guipúzcoa. Ése será su próximo paso vital.

Respecto a la parte artística, Salazar afirma que ahora invierte "menos tiempo en la confección, pero más en el pensamiento, en la reflexión". Se permite un plazo mayor de meditación antes de acometer cada nueva pieza. "Antes me arrastraba la pasión constructiva. Hacía una exposición individual por año, algo que ahora me es imposible y tampoco lo considero necesario. Llenar el espacio de cosas y de imágenes no es bueno", indica. Ello no quiere decir que se haya dado un descanso en su labor artística. "No paro de trabajar, pero produzco menos".

Tras dos décadas de labor, el discurso creativo de Salazar se va "clarificando", aunque también, por otra parte, se complica y adquiere una mayor complejidad. No hay más que echar una ojeada a su muestra de Bilbao, abierta hasta el miércoles, para darse cuenta. Sigue fiel a su particular lenguaje, pero ha abierto el abanico de técnicas y materiales.

Imágenes "muy teatrales"

"Se me ha puesto el cartel de escultora y quiero salir un poco de ese círculo. También porque la escultura se ensimisma mucho", explica. Por ello, ha introducido la figura masculina, el dibujo y la fotografía, imágenes que ella compone y que retrata Nerea Martínez, que narran el trayecto hacia la vejez. "Mi trabajo siempre ha sido un tratamiento de imágenes, y era lógico que en algún momento llegase a la fotografía", admite. Las fotos que presenta son "muy teatrales", con hombres de tres generaciones de su familia posando con las máscaras de sus rostros en las manos. Esas máscaras forman también parte de la muestra, además de otras en distintos materiales. Y de nuevo, el tema de la vejez. "En el arte hay muchas historias de juventud, pero yo he llegado a un punto en el que la vejez está muy presente, a través de mis padres y de mí misma reflejada en ellos. Es la proyección de lo que va a venir", comenta.

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Dos grandes figuras de alambre presiden la pared del fondo de la galería bilbaína: los cuerpos desnudos de un hombre y una mujer, una presentación que recuerda a Antonio López y a John Davies. "Sí, dentro de mí hay un poso de ambos autores, lo reconozco, pero que mis figuras recuerden a otros artistas no es algo que me preocupe. Al final, vives con toda la tradición del arte y es interesante lo que eso produce. Todos hacemos versiones del pasado, collages con lo que otros han creado", indica.

Esta misma línea creativa, con el ser humano como eje y múltiples lenguajes, será también la que presente próximamente en San Sebastián, los Paraísos perdidos que ahora le rondan la mente. "Es un tema interesante para estrujarlo aún un poco más", señala. Aunque, dado que la nueva ubicación de la galería donostiarra Arteko (Iparraguirre, 4) dispone de techos muy altos, Salazar está realizando alguna pieza concreta para el lugar que compartirá con José Luis Zumeta.

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