Derroche eléctrico
Se acerca la Navidad y con ello todo lo que la envuelve. Me gustaría comenzar destacando el ostentoso sistema eléctrico de estas fechas, que nos transporta a un derroche extremo de energía y consumismo. Una cuestión que se debate últimamente es el cercano agotamiento de los combustibles fósiles y la utilidad a la que estos están sometidos. Pues bien, parece ser que en nuestros planes más cercanos para contribuir a mejorar el medio no cabe el planteamiento de reducir costes eléctricos.
En breve, todas nuestras ciudades (seguramente grandes ciudades como Barcelona o Madrid ya lleven días iluminando sus calles) con el encendido de Navidad, darán el pistoletazo de salida a un periodo de consumismo, que recae principalmente sobre el despilfarro eléctrico.
¿Es ésta una buena medida de ayuda al medio? Una campaña de mentalización global sería de utilidad para empezar cambiando hábitos de consumo para el ahorro de energía, continuar por concienciarnos un poco más sobre el inminente cambio climático y dejar de malgastar energía de manera ineficiente, como la que nos deslumbra en estas fechas. Éste sería un buen principio de colaboración con el medio, pero es evidente que ante una sociedad de hiperconsumidores ansiosos, la Navidad no sería igual sin miles de adornos luminosos que engalanaran nuestras calles. La Navidad, aquella época que antaño sin tanta parafernalia eléctrica agrupaba a las familias en son de paz y amor, se ha convertido hoy en una fecha más para el calendario consumista.
En fin, no seré yo quien cambie el mundo, pero es obvio que hay que tomar decisiones urgentes e inteligentes, ya que no existen soluciones mágicas, si no queremos dejar en herencia un mundo destruido por nuestros propios actos consumistas.
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