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Reportaje:

¡Silencio! Navegan ellas

El avance del conservadurismo en la sociedad palestina impulsa la creación de cibercafés reservados a las mujeres

Ahlam Muhleh es la dueña de un local de la ciudad palestina de Ramala que cuenta con una docena de ordenadores en los que la clientela navega, chatea y habla por teléfono a través de la Red. Nada del otro mundo. Pero a diferencia de la inmensa mayoría de los cibercafés, en el Sabaya Net Café, nombre del establecimiento que significa chicas en árabe, no se oyen nunca los disparos que emanan de los videojuegos guerreros. "Nadie va a hablar aquí en voz alta", asegura Amal Shaker, una mujer nacida en Indiana (Estados Unidos) que viajó a los territorios palestinos por primera vez a los 19 años, y que gestiona el establecimiento, inaugurado hace año y medio. El negocio y las tradiciones conservadoras se dan la mano en un lugar en el que la tranquilidad es ley. Sólo acceden, salvo contadísimas excepciones, mujeres. ¡Silencio! Navegan ellas.

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Siempre que su empleo en una escuela lo permite, Amal, vestida a lo occidental y muy poco dada a frecuentar las mezquitas, trabaja junto a Ahlam, ataviada siempre al estilo tradicional árabe y fervorosa musulmana. "Si el local fuera más grande instalaríamos 30 ordenadores", asegura Amal con un acento que denota que hasta la veintena sólo habló inglés. Hay mercado, a pesar de la limitación que supone restringir el acceso a la mitad de la juventud de Ramala. Los hábitos culturales y la enorme diáspora palestina lo fomentan. El precio de hablar una hora con Estados Unidos, país en el que reside el esposo de la propietaria, es de cinco shequels, poco menos de un euro al cambio.

La idea de abrir el Sabaya Net Café se le ocurrió a la mayor de los siete hijos de Ahlam. "Ella estudió informática y pensó que podría ser un buen negocio". Les fue muy bien en el arranque. "Pero ahora Palnet ha absorbido PalestinaOnLine y hay menos competencia. El servicio que nos presta es más caro", se queja Amal. Los beneficios se han reducido.

"Las chicas vienen aquí a preparar sus trabajos para la escuela o la universidad, a chatear con sus prometidos, a consultar todo tipo de páginas web... Y los padres lo prefieren porque saben que no va a haber chicos alrededor con los que sus hijas puedan intercambiar teléfonos", dice la gerente. Quienes no comulgan con el islam militante, como Hiba T. Darwish, jefa de prensa de la vecina Universidad de Birzeit, no ven con buenos ojos "esta segregación" en torno a los cibercafés, que florece en las ciudades palestinas.

La expansión del discurso religioso es innegable en los territorios ocupados por Israel. "En campos de refugiados donde no hay dinero para escuelas, se han levantado tres mezquitas", comenta un lugareño. Y aunque las jóvenes consultadas siempre insisten en que se trata de una decisión personal, el atuendo tradicional para las mujeres se impone por la presión social. "Hasta hace unos cuantos años casi nadie llevaba el hiyab [el pañuelo con que hoy día se cubren la cabeza la mayoría de las palestinas]. Pero ahora te hace la vida más fácil. Eres más respetada", explica Haya, una joven de 22 años natural de Nablus, que el pasado viernes consultaba páginas web en el Sabaya Net Café.

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Haya y Asma, de 24 años, trabajan como administrativas en el partido político gobernante, Al Fatah. Asma, que sólo utiliza el hiyab desde hace dos años, muestra su carné al extranjero y se lo guarda apresuradamente, al percatarse de que en la fotografía su cabeza aparece descubierta. "A veces", cuenta Haya, "voy a cafés donde hay chicos, pero mis padres prefieren que venga a éstos. Aquí chateo con cualquiera que tenga cerebro. Y con gente que quiera escucharme". "No tengo novio. Nuestra cultura no nos lo permite", subraya insistente. "Pero tengo amigos extranjeros con los que hablo en inglés. La mayoría son periodistas tunecinos a los que conocimos cuando vinieron aquí". Ninguno de sus contactos es europeo y prefiere no proporcionar su correo electrónico a un no musulmán. "Me paso el día trabajando, no tengo tiempo", añade entre risas.

Son muy pocos los chavales que entran en el Sabaya Net Café, aunque Amal insiste en que no es una prohibición rigurosa. "Si quieren copiar un disquete, enviar un e-mail o consultar cualquier página, pueden hacerlo. Eso sí, nosotros decidimos quién permanece y quién no. Y si una chica monta algún escándalo, también tiene que marcharse", concluye Amal. Silencio. La navegación continúa.

Jóvenes palestinas conversan en el interior del Sabaya Net Café de Ramala.
Jóvenes palestinas conversan en el interior del Sabaya Net Café de Ramala.MUSHIR ABDELRAHMAN
Dos mujeres navegan en el cibercafé Sabaya.
Dos mujeres navegan en el cibercafé Sabaya.MUSHIR ABDELRAHMAN

Independencia en la Red

En abril de este año Palestina se convirtió en un Estado independiente, aunque sólo en la Red. El dominio ps se emplea desde entonces en Cisjordania y en la franja de Gaza, y, según una encuesta del Centro Palestino para la Opinión Pública, su utilización no cesa de crecer entre los 3,5 millones de palestinos. Un 37,6% usa Internet, aunque el 13% dispone de una conexión con tarifa plana. El 23% de los palestinos navega a diario.

"Una situación que es deplorada es a la vez celebrada por la industria de la tecnología de la información", aseguraba en septiembre Sabri Saidam, un investigador palestino. La ocupación israelí de Cisjordania y Gaza impulsó las comunicaciones a través de la Red. "Muchos alumnos estudian en universidades extranjeras a través de Internet desde que Israel les prohíbe viajar", apunta el profesor Nabil Kukali, autor de la encuesta.

La Universidad de Birzeit dispone de un programa bautizado A través de las fronteras para conectar los campos de refugiados de Cisjordania y Gaza con los instalados desde hace décadas en Líbano, Jordania y Siria.

La introducción de Internet en los colegios, el activismo político de los militantes palestinos y el bajo promedio de edad de la población también contribuyó al enorme crecimiento de la navegación en la Red.

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