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LA TENSIÓN URBANÍSTICA
Columna
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'Les estrenes de Blasco'

El presidente Camps tiene un serio problema en la Consejería de Promotores y Destrucción de la Comunidad Valenciana, también conocida -cada vez menos- como Consejería de Territorio y Vivienda que regenta Rafael Blasco. La personalidad de este político es de sobra conocida. Su arrojo y temeridad a la hora de emprender cualquier aventura es legendaria. De ahí que nadie pusiera en duda que cumpliría con su compromiso de poner en marcha 100.000 viviendas de protección oficial en una legislatura. Lo que nadie llegó a sospechar jamás, ni tan siquiera a imaginar, fueron los métodos que iba a emplear para alcanzar sus objetivos. El precio que estamos pagando los valencianos para que Blasco cumpla su promesa es muy elevado y muy doloroso. El consejero ha puesto en almoneda todo el suelo de la Comunidad Valenciana, dejando la ordenación del territorio en manos de los promotores a quienes, cual generoso padrino en vísperas de Navidad, acaba de hacerles unes estrenes que harían feliz a cualquier ahijado. Nada menos que eximirles de compensar millones de metros cuadrados a través de una simple fe de errores, mal disimulada en la ley de acompañamiento. Todo un hallazgo jurídico-legislativo que un reputado jurista no ha dudado en calificar de "chorizada", pero que una vez más coloca al gobierno de los valencianos en la vanguardia de las soluciones imaginativas a la hora de solventar los problemas a unos pocos a costa de los más. La paradoja, por no llamarla de otra manera, es que ese mismo día, la Consejería de Territorio (¿o era de Promotores?) se vanagloriaba de haber protegido 42.753 hectáreas. La pregunta que debería contestar es cuántas se han desprotegido con una simple fe de errores. Pero no habrá tanta suerte. Si resulta imposible saber cuántos PAI están presentados en la consejería porque para eso existe un "departamento de desinformación" (Blasco dixit), cómo pueden llegar a conocerse los millones de metros cuadrados compensatorios que los valencianos debíamos recibir a cambio de reclasificar suelo no urbanizable.

De este regalo de Navidad solo se benefician los promotores y salen perjudicados el resto de valencianos. Camps y Blasco deberían explicar cómo es posible llegar a este punto sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza. ¡Y aún querían un pacto sobre el urbanismo! Hace falta un pacto, desde luego; pero se hace muy cuesta arriba el pensar que se pueda hacer con el actual responsable (?) de Territorio.

Y, por último, una pregunta pertinente que puede parecer impertinente: ¿Cuántos promotores-patrocinadores del IVAM, que dirige la esposa del consejero, se van a beneficiar del regalo navideño? Así, cualquiera es mecenas.

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