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Frivolizar el antifranquismo

El ensayo de Francesc-Marc Álvaro Els assassins de Franco (L'Esfera) no es un simple divertimento lleno de chismes, sino que esconde una perversa tesis sobre el papel de la oposición antifranquista. Al margen de los numerosos fallos de información que contiene -como la falsa expulsión de Manolo Vázquez Montalbán del PSUC y las erróneas adscripciones de militantes-, el libro es un casi obsesivo ataque a los "progres" antifranquistas de los años sesenta y setenta. Álvaro sostiene que, en el fondo, se lo pasaron muy bien jugando a hacer política y que al final todos han hecho carrera, previo aburguesamiento, y gracias al amiguismo hoy copan la mayoría de los cargos institucionales. Los presenta como unos "falsos héroes", e incluso como unos "farsantes" como Enric Marco. Además, resulta que, según Álvaro, esos progres ya entonces eran conscientes de que no podían matar a Franco y por ello fueron los perfectos cómplices, y beneficiarios, de ese proceso "lleno de imposturas" que fue la transición.

El libro de Francesc- Marc Álvaro pronto recibirá los elogios de la FAES y las bendiciones de la COPE

Si el libro sólo fuera un simple ataque a la generación precedente, una especie de deseo de "matar al padre" político que ocupa el cargo al que uno aspira, se podría ser condescendiente con él, adoptar una actitud benévola y recordarle a Álvaro que nadie tiene la culpa de haber nacido antes que él y que habría que ver qué hubiera hecho él en similares circunstancias. Pero no, el libro de Álvaro pretende, nada menos, explicar la transición. Y ahí naufraga, ya que ha acabado ofreciéndonos un ensayo no sólo subjetivo y poco riguroso, sino sobre todo sesgado y malévolo. Subjetivo e indocumentado porque no deja de ser atrevido escribir sobre la transición de oído, a partir de tres chismes y dos lecturas. Sesgado porque, curiosamente, sólo pasa cuentas con la gente de izquierdas, ignorando olímpicamente qué hicieron o qué no hicieron entonces, por ejemplo, los 400 o 500 futuros altos cargos políticos de la Generalitat gobernada por CiU. De éstos, evidentemente, Álvaro no se acuerda y no cree pertinente bucear en su pasado antifranquista. ¿No será porque le saldrían muy pocos héroes? Incluso si sólo se tratara de un panfleto para atacar al tripartito aún podría entenderse, dada la conocida actitud política de Álvaro. Pero no. Lo preocupante, a mi modo de ver, es que su tesis es políticamente perversa ya que nos ofrece una visión totalmente frívola de la lucha antifranquista: minimiza la actuación de la oposición en la clandestinidad, ignora o relativiza los riesgos corridos, simplifica y caricaturiza las ideologías. Álvaro no se ha molestado en consultar lo mucho y bueno que se ha publicado últimamente sobre las fuerzas antifranquistas. No habla de la notable erosión política de la dictadura provocada por el crecimiento del disentimiento gracias al activismo de los progres en los movimientos opositores (universitario, obrero, vecinal, cultural, profesional, etcétera). No cita la alta conflictividad política y social que hubo en Cataluña entre 1970 y 1977. Y evidentemente, tampoco se detiene a comentar los costes de ello: los muertos, torturados, detenidos, procesados, presos, despedidos, desterrados, expulsados, multados, etcétera. No, nada de eso encontraremos en la transición que nos explica Álvaro. El activismo antifranquista queda reducido a las divertidas aventuras de cuatro pijos, de tres sectarios "antidemócratas" y poco más. Y ahí se le va la mano a Álvaro, ya que su frívolo libro acaba coincidiendo plenamente con las tesis revisionistas de la extrema derecha, con los Pío Moa y compañía. Comulga con los que desde hace unos años pretenden minimizar y marginar el papel de oposición antifranquista para defender que, en el fondo, la democracia fue fruto del desarrollismo franquista, de la previsión del caudillo, de la habilidad de Suárez y el Rey. El resto, es decir, la oposiciónantifranquista, especialmente los progres, fueron simples comparsas que se apuntaron a la transición para sacar provecho. A Álvaro no se le pasa por la cabeza que si los franquistas inteligentes (Suárez, Martín Villa, etcétera) llegaron a la conclusión de que la Monarquía de Juan Carlos necesitaba legitimarse no fue porque de pronto se hubiesen convertido en fervientes demócratas, sino porque eran conscientes de que debían pactar con los que, si bien no habían podido "matar a Franco", sí habían debilitado y erosionado tanto la dictadura como para hacer imposible su continuidad después de 1975. Con este libro, tal vez sin pretenderlo, Álvaro ha suministrado más material bélico a la extrema derecha antidemocrática. Pronto, quizá, recibirá los elogios de los boletines de la FAES y las bendiciones de la COPE. Amigo Álvaro, en el mundo de la crítica política no todo vale.

Borja de Riquer Permanyer es catedrático de Historia Contemporánea en la UAB.

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