O gobierno yo o no gobierna nadie
El titular de esta columna parece ser la idea fuerza de la acción política del PP, sea cual sea el asunto de que se trate. Ya no hay excepciones ni asuntos de Estado. ¿Dónde están los moderados de la derecha española? Además, el Gobierno de Rodríguez Zapatero no necesitaría de empujones tan excesivos para salir de la Moncloa, acomplejado como está por temas como el de la educación -en el que no se atreve a pedir el apoyo de sus votantes-; asediado en el Estatuto de Cataluña por sus socios y, lo que es peor, por sus compañeros de militancia; o usando el lenguaje de madera para salir de sus contradicciones.
En vez de ejercer la labor de oposición desde la normalidad, la dirección del PP favorece los disparates, las exageraciones y las insidias, hasta hacer irrespirable el ambiente político. Es injusto, en aras a una equidistancia correcta, hacer igualmente culpables a todas las formaciones políticas de ese ambiente. Disparate es el enfrentamiento de la cúpula del PP con el presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso (miembro del Partido Popular Europeo) y hacer carne picada también de la institución que él representa, a cuenta de la decisión de la comisaria de la Competencia de renunciar a la jurisdicción reguladora de la OPA de Gas Natural sobre Endesa, a cambio -según Zaplana, Martínez Pujalte o Mayor Oreja- de que España suavice sus peticiones de fondos europeos. Interpretación asombrosa, que acusa de modo nada subliminal de prevaricación política tanto al presidente de Gobierno como al presidente de la Comisión Europea. Durão Barroso, el anfitrión de Bush, Blair y Aznar en las Azores, aquel que estiraba el cuello para salir en la fotografía del trío de la guerra de Irak, es ahora sospechoso para el PP de connivencia con los socialistas.
Disparate permanente es el que José María Aznar, en vez de guardarse su resentimiento, vaya como un peregrino por el planeta, vendiendo la mala nueva: España se está "balcanizando" y su Gobierno facilita las tesis centrífugas, con el efecto que ello puede suponer en la inversión extranjera, tan conservadora.
Al capítulo de exageraciones corresponden las dos visiones agriamente enfrentadas sobre el estado de la economía española, expuestas en las jornadas de The Economist un día por Zapatero, al siguiente por Rajoy. O la polémica entre el vicepresidente económico del Gobierno y el gobernador del Banco de España acerca de los Presupuestos del Estado. Caruana habló del "riesgo de desbordamiento del gasto público", y Solbes, en vez de contestarle en el mismo terreno, le recordó que el Banco de España sólo es independiente cuando habla de política monetaria. El problema no es que el gobernador de un banco central de la zona euro comente con libertad la política económica de su Gobierno; el problema es que cuando los ministros opinan sobre la política monetaria de los bancos centrales, éstos dicen que se sienten presionados. ¿Recuerdan lo que le sucedió al alemán Lafontaine por pedir al BCE que bajase los tipos de interés para facilitar la recuperación alemana?: tuvo que dimitir. En el mismo instante en que los ministros de Economía de la eurozona demandan prudencia sobre el precio del dinero al presidente del BCE Jean-François Trichet, porque se suceden las señales de una cierta reactivación, éste anuncia una inmediata subida de tipos.
El calificativo de insidias se ajusta a las declaraciones de Acebes ante el último comunicado de ETA. "Yo creo que lo más significativo del comunicado de ETA es su apoyo a la reforma del Estatuto de Cataluña, en el que ETA impone que Cataluña sea una nación", declara quien era ministro del Interior el 11-M, cuando el tremendo atentado de Madrid fue atribuido por él mismo a ETA, y no a sus verdaderos autores.
Felipe González, a quien hoy también echan de menos los mismos que ayer le trituraron, ha dicho: "La crispación se ha convertido en un arma política que sólo se tranquiliza cuando los crispadores están en el poder". Por cierto, ¿cómo denominaría usted en términos políticos a los que piensan que o gobiernan ellos, o no gobierna nadie?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Política nacional
- Opinión
- Consejo administración
- Gas natural
- José María Aznar
- OPA
- Endesa
- Gas
- Operaciones bursátiles
- Bolsa
- PP
- Compañías eléctricas
- Combustibles fósiles
- Política económica
- Sector eléctrico
- Combustibles
- Partidos políticos
- Mercados financieros
- Gobierno
- Energía no renovable
- Empresas
- Energía eléctrica
- Administración Estado
- Economía
- Fuentes energía