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Reportaje:

La 'cruzada' de Ayaan Hirsi Ali

La diputada holandesa que protagonizó el documental del asesinado Van Gogh vuelve para defender a los homosexuales del islam

Isabel Ferrer

La diputada holandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Ali tiene ya listo el guión de Submission 2, la segunda parte de un manifiesto convertido en el aspecto más controvertido de su labor política. Si en el primer capítulo criticaba en un vídeo la posición de inferioridad de la mujer musulmana, ahora denuncia la marginación de los homosexuales. El cineasta Theo van Gogh, director del corto original, fue asesinado hace un año por un joven integrista holandés de origen marroquí. Protegida desde entonces, ella sigue trabajando en el Parlamento y protagoniza estos días una agria discusión sobre la libertad de enseñanza en el seno de su partido.

Una cosa es innegable, nunca en la historia reciente de Holanda ha habido una figura política tan polémica, y reconocible en el exterior, como Ayaan Hirsi Ali. El otro personaje llamativo, Pim Fortuyn, que calificaba al islam de cultura retrógrada y homófoba (él era homosexual), murió en 2002 a manos de un ecologista radical. Su asesinato desató una crisis de identidad de la que la sociedad holandesa aún no se ha recuperado. Por extraño que parezca, también allanó el terreno para la aparición de su colega femenina. Ella, que fue una refugiada somalí de credo musulmán, al que ha renunciado, ha ascendido a lo que podría denominarse estrellato político-mediático internacional de manera fulminante. Descrita por una de sus mayores admiradoras, la comisaria europea Neelie Kroes, como una mujer "con el aspecto de la modelo Naomi Campbell y el compromiso del Che Guevara", la diputada ha hecho de la crítica contra los "males del islam" una tarea vital. Rechazando a quienes tildan su táctica de contraproducente por demasiado directa, colaboró con Theo van Gogh en el vídeo que le costaría la vida al cineasta.

Una comisaria europea dice que tiene el aspecto de Naomi Campbell y el compromiso del Che

Titulado Submission, dicho programa denunciaba en 11 minutos escasos el sometimiento de la mujer musulmana al varón. El hecho de que la protagonista cubriera su cuerpo sólo con unos velos transparentes y llevara tatuados pasajes del Corán desató las iras de los sectores más integristas de la comunidad musulmana holandesa. En la segunda parte, Submission 2, la diputada denuncia la hostilidad del islam hacia los homosexuales, calificados de "criaturas de Alá" en su guión.

"Quiero abrir un debate sobre los gays, a quienes el islam considera incompatibles con la fe", ha declarado. Prevista para mediados del próximo año, la filmación estará rodeada de fuertes medidas de seguridad. La identidad del director y los actores no será desvelada, aunque se sabe ya que uno de ellos es homosexual. "Les admiro", ha añadido, aludiendo al hecho de que tras la muerte de Van Gogh recibió llamadas de gente del espectáculo que se ofrecía a colaborar en su proyecto "en nombre de la libertad de expresión".

A la espera del estreno, el último caballo de batalla de Hirsi Ali se agita en el seno de su propio partido, los liberales del VVD. Y esta vez, la denuncia ha chocado con su colega de mayor peso dentro del grupo, Hans Wiegel. A éste, antiguo líder del VVD en los años setenta, considerado intocable e invocado como la gran esperanza de los liberales para asumir la jefatura del Gobierno, le ocurre lo contrario que a ella. Es un desconocido fuera de los círculos políticos nacionales y aboga por "discutir en los pasillos y no en público".

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Donde Hirsi Ali pulsa la alarma sobre la libertad de educación consagrada en la Constitución, porque, dice, fomenta la segregación del alumnado inmigrante, Wiegel se cierra en banda. Invoca los principios inalienables del liberalismo y le aconseja mejores modales. "El problema es que es usted un conservador reaccionario que coquetea con un supuesto regreso a la escena política, pero ignora asuntos actuales como la globalización o la inmigración", escribe la diputada en una de las misivas de la agria correspondencia que han cruzado ambos. "Debería usted apoyar los intentos de integración de los musulmanes que se sienten en casa en Holanda. Respete la opinión de los demás, que sólo así se avanza juntos", le ha replicado Wiegel.

Lo que podría parecer una disputa de salón, tiene en Holanda hondas repercusiones políticas. Acostumbrada a los Gobiernos de coalición -precisamente el VVD comparte hoy el poder con la democracia cristiana y otra agrupación liberal algo más de izquierda-, este tipo de peleas mina la estabilidad de los partidos con aspiraciones de poder. Pero Ayaan Hirsi Ali no se arredra. Considerada por la revista Time como una de las personalidades más influyentes del mundo, ha conseguido no dejar indiferente a nadie en su país de adopción.

Ayaan Hirsi Ali, diputada del Partido Liberal holandés, el mes pasado, en Barcelona.
Ayaan Hirsi Ali, diputada del Partido Liberal holandés, el mes pasado, en Barcelona.MARCEL·LÍ SÁENZ

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