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Reportaje:

La nueva Paterna

La población de L'Horta se sacude sus complejos tras 10 años de crecimiento económico

Ignacio Zafra

"Hace unos años Paterna tenía mala fama. Y en La Cañada la gente te decía: 'Si decimos que somos de Paterna nos toman por chorizos y maleantes'. Yo he trabajado para cambiar ese sambenito, y ahora mismo nadie, una minoría, habla de independentismo en La Cañada, porque también están orgullosos de ser de aquí".

Francisco Borruey habla de su pueblo con el orgullo con el que cualquier alcalde habla de su pueblo. En el caso de Paterna, sin embargo, algunos datos parecen justificarlo: "Lo dice La Caixa: En diez años hemos pasado del 13,8% de paro al 3,9%. Tenemos 1.200 empresas y no hay un mes en que no abra una nueva. De aquí a cinco años tendremos 2.000. Y no fabricamos sólo coches, como en Almussafes; tenemos empresas de servicios, de I+d... Hacemos desde cigüeñales para la Mitsubishi hasta gominolas para los niños".

Borruey: "Aquí se viene a trabajar. No sólo damos trabajo a la gente de Paterna"

Paterna (L'Horta) está a cinco kilómetros de Valencia, tiene 51.000 habitantes según el padrón y 57.000 según el alcalde; 44 kilómetros cuadrados de término municipal y 10 núcleos urbanos, más o menos dispersos. Aunque lo de menos sea la distancia física; lo que realmente diferencia a cada núcleo son sus habitantes.

Entre la Cruz de Gracia, una urbanización de chalets, algunos de lujo, en la que los vecinos pagaron los viales y pagan los servicios, que tiene a la entrada una valla, una garita y dentro un guardia de seguridad que pregunta al extraño quién es y a quién va a visitar y comprueba después la información por teléfono, y el barrio de La Coma, por ejemplo, no hay más que unos pocos kilómetros.

En Paterna, sin embargo, hasta La Coma está cambiando. Es verdad que sigue siendo el gueto más famoso del área metropolitana de Valencia. Y es verdad que todavía es posible encontrar escenas pintorescas, como la de un hombre de 50 años, conectado a una bombona de oxígeno, que vive en los vestuarios del campo de fútbol de La Coma, alojado por otro inquilino. Y dentro de los vestuarios del campo de fútbol, donde nadie juega y donde las malas hierbas llegan hasta los muslos, los ocupas han puesto dos camas y una cocina, un sofá, una mesa, una televisión y un mando de Digital Plus, aunque desde fuera no se ve ninguna antena parabólica.

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Pero La Coma no es lo que era. El inspector jefe de la Policía Domingo Conchado asegura que el barrio da "los mismos problemas" que cualquier otro de los de Paterna. El inspector Conchado, que llegó hace poco más de un año al pueblo conociendo "su mala fama", asegura también estar sorprendido por el bajo "nivel delincuencial" con el que se ha encontrado, inferior, asegura, al de otros municipios de Valencia, como Torrent o Gandia, y por el hecho de haber leído en alguna parte una encuesta, según la cual, "la inseguridad es el parámetro que menos preocupa a los paterneros".

Una de las malas noticias que el pueblo ha recibido en los últimos tiempos se la dio hace poco el Valencia CF. El equipo traslada su ciudad deportiva a Riba-roja. Los vecinos vivieron el culebrón de Porxinos como una deslealtad. "¿Pero qué crees que le pasará a Riba-roja dentro de 20 años? Pues le pasará lo mismo que a nosotros, que se marcharán a buscar el negocio a otro sitio", opina el alcalde.

El Valencia contribuía a poner el nombre de Paterna en los telediarios. Una publicidad que, sin embargo, no ha generado nada parecido al turismo. El pueblo tiene, entre hoteles y hostales, cuatro establecimientos, y poco que visitar. A paterna no se va de viaje y, según Francisco Borruey, tampoco se va a dormir.

El pueblo podría haberse convertido en una ciudad dormitorio de la capital, pero no lo hizo. Y si uno se planta en la rotonda de Fuente del Jarro a las siete de la mañana y tiene la paciencia suficiente contará, según datos municipales, 30.000 coches que acuden a dos de los tres polígonos industriales de Paterna. "Aquí se viene a trabajar. No sólo damos empleo a la gente de Paterna, sino a la de otros pueblos y a la de la misma Valencia".

¿Qué más tiene Paterna? Una población joven -la mitad de los vecinos no ha cumplido los 35 años-; un montón de aficionados al tunning y una legión de chavales que parecen el Neng sin proponérselo; un caos urbanístico, que obliga al recién llegado a salir varias veces del pueblo antes de comprender el sentido unidireccional de las calles; una torre, considerada árabe; un enorme cuartel del Ejército, donde el Ayuntamiento proyecta una ampliación urbana; y unas cuevas, del siglo XVIII, o XIX, en las que vive un puñado de vecinos llamados cueveros.

Todo país, ciudad y pueblo, por pequeño que sea, tiene su héroe. ¿Cuál es el de Paterna? Enric Valero, de 80 años, antiguo albañil, se queda pensando mientras toma la fresca, sentado a la puerta de su casa. Consulta a su mujer, a un vecino, y por fin dice: "Pues yo diría que Antonio Ferrandis, que primero fue maestro y después actor".

Paterna tenía poco más de 9.000 habitantes en 1950. Su población empezó a crecer de forma sostenida a finales de la década de los 60, con la llegada de inmigrantes, sobre todo manchegos y andaluces. Hoy, es la quinta población de Valencia por habitantes. El Anuario Estadístico de La Caixa 2005 indica que ha superado a Torrent, segunda con 71.300 habitantes, en los índices de crecimiento industrial y comercial. Y el alcalde advierte: "Nosotros vamos a seguir creciendo poco a poco, sin hacer 10.000 viviendas de golpe porque nunca hemos querido ser la más grande. Aunque lo seremos, con toda probabilidad".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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