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Reportaje:FERENC GYURCSÁNY | PRIMER MINISTRO DE HUNGRÍA

"Europa no debe ser sólo números"

El jefe del Gobierno húngaro se niega a aceptar de inmediato la disciplina presupuestaria de la Unión Europea

A la Comisión Europea le ha salido desafiante Hungría, uno de los países llegados con la ampliación. El gobierno del socialista Ferencz Gyurcsány se niega rotundamente a aceptar de inmediato la disciplina presupuestaria que le quiere imponer Bruselas. Budapest lleva años alejándose mucho de los compromisos de control y lo seguirá haciendo, al menos hasta 2008. "Europa no debe ser sólo números", responde Gyurcsány. "La Unión Europa somos los Veinticinco, no Bruselas". En Bruselas se ha insinuado la posibilidad de aplicar sanciones al díscolo, con recortes en sus muy necesarios fondos estructurales, pero los húngaros creen que no hay ni base jurídica ni acuerdo político para imponerlas.

Hungría se ha convertido en un quebradero de cabeza para el comisario de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, guardián de las políticas de control de déficit. La semana pasada Almunia manifestó públicamente que la situación financiera de Hungría es "muy muy preocupante". Con un déficit previsto para este año del 6,1%, Hungría sólo es superada en números rojos por Grecia. Pero mientras Atenas se ha sometido a la disciplina que le exige Bruselas, Budapest responde que las prioridades nacionales no van ahora por el camino de la contención.

Los húngaros están gastando como si el mundo se fuera a acabar: inversiones en autopistas, creación de una nueva paga extra, planes de recortes de impuestos a ejecutar en cinco años, compra de aviones de combate... Gyurcsány, de 45 años y primer ministro desde septiembre de 2004, está combativo. En la relación UE-Hungría ambas partes están todavía en proceso de adaptación y aprendizaje. "Nosotros estamos aprendiendo a cómo defender nuestros intereses", dice el primer ministro, que alerta sobre el riesgo que corre Bruselas de "perjudicar a los países que pertenecieron al bloque soviético que no son suficientemente valientes para defender sus intereses". Según él, algunos de estos países "no entienden que la Unión Europea somos los Veinticinco, no Bruselas".

El líder húngaro considera que las últimas respuestas europeas válidas al desafío de la globalización fueron la creación del euro y la ampliación. "No se responde ahora a cuál es el futuro papel de Europa y por eso nos estamos encerrando en nosotros mismos. Mucho hablar y poco actuar", señala.

Gyurcsány defiende que él actúa como debe al tomar medidas que Bruselas califica de excesivas, porque "Hungría está hambrienta de justicia social y de modernización". Las expectativas y necesidades nacionales tienen precedencia sobre las cifras que imponen los eurócratas y su meta del 3% de déficit. "Europa no debe ser sólo números, sino logros. Hungría ha conseguido logros fantásticos: estabilidad, justicia social, modernidad...". dice.

La consecuencia macroeconómica es un déficit desbocado, que fue del 5,4% del Producto Interior Bruto en 2004, llegará al 6,1% este año (pese al compromiso de contenerlo en el 3,6%), subirá el 6,7% en 2006 (el Gobierno promete el 4'7%, pero otros expertos aventuran entre el 8% y el 10%) y rozará el 7% en 2007, según la Comisión Europea. A quienes le critican por el dispendio, Gyurcsány responde: "Que presten atención a la marcha de la economía y no se fijen tanto en el déficit". La economía va bien, con un crecimiento que supera en 2,5%-3% el promedio europeo, una inflación en repliegue hasta el 3'6%, una tasa de paro que el año pasado fue del 6,1%, aunque este año subirá al 7% (según el Gobierno por la incorporación al mercado laboral de gente hasta ahora inactiva) y un poder adquisitivo que crece en términos reales en torno al 4%.

Le duelen en especial al primer ministro las críticas por las inversiones en construcción de autopistas: "Todos nos dicen que hay que construir redes europeas para aumentar la competitividad. Lo estamos haciendo. Además, para nosotros 100 kilómetros de autopistas supone un 1% del PIB, mientras que para España no llega al 0,1%".

Particularmente acerbas son las críticas del gobernador del banco central húngaro, Zsigmond Jarai, quien en diversas ocasiones ha calificado la política económica de "cáncer" y de "caos" y el mes pasado definió la economía húngara como "la más vulnerable del mundo". Gyurcsány replica mordiéndose la lengua: "Pido a todo el mundo que ayude al país, no que destruya su reputación".

El ministro de Finanzas, János Veres, hace notar que Jarai ocupó su mismo despacho cuando gobernaba el conservador Viktor Orbán y que "sus opiniones tienen un contenido político: no es independiente". El próximo mayo habrá nuevas elecciones y en función de ellas gira la actividad en Hungría, incluidos los planes de contención del gasto que se ocultan al electorado. "Todos los expertos están de acuerdo en que hay que hacer cambios, pero por razones políticas y antes de las elecciones nadie se atreve a decirlo", confiesa Veres.

Un niño húngaro celebra con sus padres la entrada del país en  la UE.
Un niño húngaro celebra con sus padres la entrada del país en la UE.AP

"Que se mida a todos por el mismo rasero"

R. M. DE R., Budapest
Ferenc Gyucrsány asegura que el país está preparado para asumir las reformas y apretarse el cinturón dentro de dos o tres años con vistas a reducir el déficit a la cota del 3% en 2008, necesario para una hipotética integración en el euro en 2010. Es un objetivo difícilmente alcanzable.

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