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Reportaje:

Ajuste de cuentas con el silencio y el olvido

170 centros culturales, tanto catalanes como foráneos, proyectan simultáneamente el documental 'Entre el dictador y yo'

El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) fue, en la tarde de ayer, una de las 170 entidades, tanto catalanas como foráneas, en las que se proyectó simultáneamente el documental Entre el dictador y yo, una película colectiva rodada por seis cineastas que tienen algo en común: todos nacieron a partir de 1975, año en el que murió el general Franco. Por tanto, los artífices del filme han crecido -y, en la mayoría de los casos, nacido- en democracia. El vestíbulo del CCCB estaba abarrotado ante las expectativas creadas por el documental, una iniciativa del programa Memorial Democrático impulsado por la Generalitat de Cataluña. Los realizadores de Entre el dictador y yo, que encadena seis cortometrajes de tintes autobiográficos, son Juan Antonio Barrero, Raúl Cuevas, Guillem López, Mònica Rovira, Sandra Ruesga y Elia Urquiza.

Entre los espectadores se encontraban el consejero de Relaciones Institucionales y Participación del Gobierno catalán, Joan Saura, y la tercera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Imma Mayol.

La proyección de la película -que refleja el desconocimento de Franco entre los jóvenes, ignorancia debida en parte a que sus mayores se han negado a explicarles nada- fue seguida de un debate, menos concurrido que el pase del filme, en el que participaron el historiador Manuel Risques y Sandra Ruesga. "Esta película supone un cierto termómetro de lo que han supuesto tantos años de cultura antidemocrática bajo el silencio, la ocultación y el miedo", dijo Risques. En el turno de palabras, surgieron algunas críticas por la temática elegida. "España lleva callada durante 30 años. Me parece decepcionante que ahora, cuando tenemos oportunidad de expresarnos sobre la dictadura y los olvidos de la transición, se hagan documentales así, que sólo abundan en el silencio. ¿Por qué no hablar de las fosas comunes y otras barbaridades?", lamentó un espectador. A juicio de otros, como una joven argentina, la película es interesante por su sutileza y por dar voz a experiencias personales.

Como mínimo, el documental consiguió algo: que se debatiera sobre las lagunas históricas de toda una generación.

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