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Pajín anuncia que el Gobierno duplicará los recursos para cooperación

La secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Leire Pajín, manifestó ayer en el acto de clausura del I Congreso Internacional sobre Cooperación al desarrollo: cooperación y grupos vulnerables, la importancia de "colaborar en red" para luchar contra la pobreza, cada uno desde su responsabilidad. En su intervención en este congreso, Pajín afirmó que el Gobierno ha hecho un esfuerzo "importante aunque limitado" y aseguró que "tiene muy clara" su "responsabilidad", por lo que "duplicará los recursos destinados a cooperación al desarrollo en cuatro años". Pajín destacó también la labor de las universidades públicas, ya que aseguró que tienen "cada vez un papel más destacado en políticas de cooperación internacional", por lo que agradeció la iniciativa conjunta del Comité Universitario Valenciano de Relaciones Internacionales y Cooperación (Cuvric) y la Generalitat Valenciana para organizar el congreso. La secretaria de Estado afirmó que las conclusiones del congreso "son de enorme interés" para el Gobierno, ya que, explicó, éste "sitúa la lucha por la promoción del desarrollo y la erradicación de la pobreza en la parte fundamental de su agenda en materia de política exterior".

Por su parte, la consejera de Cooperación y Participación, Gema Amor, afirmó que "ningún esfuerzo es baldío" en la cooperación al desarrollo y alabó la labor de las cinco universidades públicas valencianas, representadas en el acto por sus vicerrectores. Amor advirtió también del fenómeno de la feminización de la pobreza, ya que aseguró que "las mujeres son las más vulnerables entre los más vulnerables, porque las niñas y mujeres refugiadas, desplazadas, indígenas y discapacitadas son los colectivos con mayor vulnerabilidad y marginación social", por lo que lamentó que "la pobreza tiene rostro de mujer".

El 'Ángel de Burundi'

Marguerite Barankitse, conocida como el Ángel de Burundi, dictó la última conferencia del congreso. "Es más fácil pedir armas que pedir medicamentos", lamentó tras exponer el porqué del belicismo incesante que padece desde hace ya demasiadas décadas Burundi. Barankitse, de etnia tutsi, premio Nansen para los Refugiados 2005 por su labor como acogedora de desterrados por la guerra, el hambre y las enfermedades que asolan África, explicó qué la llevó a pasar del anonimato a la acción, a disentir de su propia etnia cuando fue asesinado el jefe de Gobierno. Empezó escondiendo a hutus, pero a pesar de la iniciativa, 65 de ellos fueron asesinados. Entonces decidió recoger a los niños de la guerra para convertirlos en símbolos de la paz, para que no fueran ni tutsis, ni hutus, ni twa, sino sencillamente personas. Actualmente, sigue promoviendo tres centros de la paz en Burundi, que después de diez años han salvado a más de 10.000 niños. Todos, sin excepción, tienen una casa y un colegio adonde ir. "Nunca jamás el mal tendrá la última palabra, el amor siempre sale ganando", manifestó Barankitse.

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