Redención educativa

Los profesores de Literatura que se ven hundidos por un desengaño vital o un escándalo amoroso son un clásico del cine y de las letras. Del David Lurie de Desgracia, inventado por el premio Nobel J. M. Coetzee, al Butley del filme del mismo nombre creado por Simon Gray y dirigido por Harold Pinter, pasando por el protagonista de Oleanna, de David Mamet, los caídos en combate son muchos. Ahora se les une el Bobby Long de Una canción del pasado, primera película de Shainee Gabel, basada en una novela de Ronald Everett Capps.

¿Dónde podrían haber ido todos estos educadores para comenzar una nueva vida tras la tormenta desatada? Quizá hoy resulte tristemente irónico que nuestro protagonista hubiera decidido recluirse en el Nueva Orleans prekatrina, pero allí es donde huyó el personaje que interpreta con sentimiento y sosiego un gran John Travolta. Nueva Orleans, un lugar paradisiaco en el que purgar penas entre la música de jazz, las casas decadentes y la gente pobre pero sincera que no teme perder nada porque no tiene nada; un lugar en el que nadie apunta con la mirada porque la mayoría está de vuelta de todo. No hay escándalo porque el estruendo se lleva por dentro, a salvo de comentarios y dedos acusadores.

Una canción del pasado es, además, una película sobre el legado, sobre la necesaria compatibilidad entre cultura, muerte y herencia. Ese profesor que juega continuamente a las citas solemnes, embaucadoras y reparadoras, precisa transmitir a alguien ese gusto por la belleza de la narrativa, ese apabullante amor por la obra de arte. A su mejor alumno; a su hijo; a esa desconocida recién llegada. Aunque sea entre ginebra, cigarrillos y enfermedad, entre el dolor que produce el remordimiento.

Profundamente literaria, Una canción del pasado es un notable acercamiento a las mentes de tres personajes que han sufrido una turbulenta historia de amor con la vida y necesitan una redención. Puede que la transformación del vértice femenino del triángulo no sea del todo creíble, pero la belleza de los textos, el encanto de sus personajes y las excelentes interpretaciones llevan a la película a una altura intelectual nada acostumbrada en el cine americano que se estrena cada semana.