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Columna
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Mujeres contra la guerra

Victoria Combalia

La guerra raramente está asociada a las mujeres si no es como víctimas, como espías legendarias y ahora como terroristas. Pero mujeres activistas en contra de la guerra no ha habido tantas, aunque una alcanzó la fama mundial. Fue Bertha von Suttner (l843-1914) con su novela ¡Abajo las armas!, publicada en Dresde en l889, convertida inmediatamente en un best seller (tan sólo en Inglaterra se imprimieron 250.000 ejemplares, una cifra fabulosa para la época) y en varias películas. Ahora, con ocasión del centenario de la concesión del Premio Nobel a Bertha von Suttner (primera mujer en recibirlo), el Centre de Cultura de Dones Francesca Bonnemaison de Barcelona (calle de Sant Pere més Baix, 7) ha organizado una modesta pero imaginativa y excelente exposición titulada ¡Abajo las armas! Tres creadoras contra las guerras. Además de ediciones en todos los idiomas del famoso libro de Suttner, podemos ver una versión muda del filme ¡Abajo las armas!, procedente de la Filmoteca de Copenhague, con la curiosidad de que los primeros fotogramas nos muestran a su autora en su casa trabajando; no es la joven y bella baronesa Bertha que aparecía en los sellos alemanes y austriacos, sino una madura y enérgica matrona al pie de su escritorio de incansable periodista internacional, una figura ya legendaria, captada justo dos meses antes de morir.

Pero quizá la parte más impresionante de la exposición sean las obras de la alemana Käthe Kölwitz (l867-l945), una de las mejores grabadoras del siglo XX, si no la mejor. A pesar de que aquí solo se ven litografías, la calidad y fuerza de las mismas se merece una obligadísima visita. Kölwitz usó casi estrictamente el blanco y negro, expresando como pocos el dolor, la extenuación sufrida por la explotación física y el embrutecimiento de las clases desfavorecidas. La artista mantuvo durante toda su vida su compromiso en favor de la paz, acrecentado por dramáticas circunstancias personales. Durante la I Guerra Mundial su hijo Peter murió en el frente y durante la segunda murió uno de sus nietos. Sus potentes imágenes a favor del pacificismo están presentes en Madres (l919), Madre y padre (1923), La viuda (1922), El pueblo (1922) y el impresionante Nunca más la guerra, cuya mujer con la boca abierta y el brazo alzado en un gesto de energía y decisión resulta tan potente como algunas figuras del Guernica. Completa la serie un magnifico Autorretrato, un prodigio de introspección y de fuerza. La exposición se completa con la presencia de una artista contemporánea, Marga Ximenez (l950), cuya obra se basa en un descubrimiento insólito. Marga visitó el Museo Flaubert de Rouen y descubrió allí un maniquí realizado por Madame du Coudray en l777 encargado por Luis XV como complemento visual en las clases de obstetricia: se trata de una mujer con las piernas abiertas y una criatura extraíble, todo en materia textil. La obra, de la que puede verse una fotografía clandestina en el catálogo, es mucho mejor que cualquier pieza de la artista Louise Bourgeois y en ella se inspiró Marga para sus nueve cuerpos mutilados pero fuertemente sexuados que se instalan sobre peanas de madera. Esta obra, titulada La vuitena arma (2000), hace alusión a un escalofriante episodio de la guerra de Timor (l999), donde, según testigos, "doce mujeres embarazadas fueron abiertas desde la garganta hasta el abdomen, les fueron extraídos los niños y los estrellaron contra unas piedras". Si el hombre es un lobo para el otro hombre, algunos seres humanos, en este caso mujeres, no pueden sino denunciarlo con las armas del arte y de la literatura.

vcombalia@terra.es

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