La Navidad que viene
Dentro de poco más de un mes, se repetirán las cenas y reuniones familiares con motivo, y como excusa de la fiesta de la Navidad.
A los que se reúnen de forma sosegada y normal en estas celebraciones no va dirigida esta epístola, pero si, a los entusiastas que viven con frenesí las llegada de estas fiestas, y que su espera se les hace interminable y tortuosa, pues añoran sin medida el reencuentro con esos miembros de la familia, directa o política, con los que no te hablas, detestas e ignoras a lo largo de todo el año, y que "quieres" volver a encontrártelos alrededor del turrón y ver como les afecta el paso del tiempo. Lo más divertido de estos conclaves familiares costumbristas, es el evitar la mirada del o de la desestabilizador/a de la familia con el/la que mantienes una nula relación.
Se entiende que la "química" entre los miembros de la familia, no tiene por que ser perfecta, ya que no la eliges, pero si por lo menos correcta, tolerada y cortes, pero cuando se pasa al terreno de la falta de respeto y la descortesía, los "picores" y "sarpullidos" que se provocan y se agravan al estar en la misma habitación que la persona que emite esas malas influencias son considerables, haciendo que se fortifique el carácter y se desees de todo "corazón", que lleguen pronto las próximas Navidades.