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¿El retorno de la ley de peligrosidad social en Barcelona?

No hay peor ley que aquella que resulta inaplicable, y no hay aplicación más injusta que aquella que se produce de manera aleatoria a discreción de su oportunidad política o de la percepción subjetiva de un agente de la autoridad. Pretender perseguir y sancionar en cualquier circunstancia y de manera generalizada a niños o adultos que utilicen patines en la calle (tal como establece el proyecto de nuevas ordenazas de convivencia de Barcelona), orinen de día o de noche en un árbol, o consuman fuera del perímetro de la terraza de un bar una bebida alcohólica, es convertir a la Guardia Urbana en un cuerpo predominantemente represivo de sanción del ciudadano. Pretender multar a prostitutas que se ofrezcan en la calle y a quienes conversen con ellas para pactar un servicio sexual sólo va a conseguir criminalizarlas y hundirlas más en la marginación. Además resulta difícil imaginar cómo se demostrará ante un juez, cuando se recurra la sanción, que la mujer pretendía ejercer la prostitución y el hombre que había entablado conversación con ella pactaba realmente un servicio sexual. ¿Recuerdan aquel 30 minuts de TV-3 en que mujeres policías de Estados Unidos se vestían con tejanos caídos, mostrando el ombligo y parte de las nalgas, y cuando un automovilista se detenía y les preguntaba el precio, aparecían agentes uniformados y lo detenían? ¿Será ésta una nueva actividad de las agentes femeninas de la Unidad de Policía Administrativa y Seguridad de la Guardia Urbana? ¿Y dejarán agentes varones el uniforme y se harán pasar por clientes? La prostitución en la calle es un problema, pero estas medidas de acoso sólo sirven para sacarlas de un lugar y llevarlas a otro. En el mejor de los casos, lo que se conseguirá desalojando la prostitución, por ejemplo, de la zona del Camp Nou será, para desventura de los alcaldes Palacín y Corbacho, que se traslade posiblemente sólo 500 metros, a la zona comprendida entre Sant Joan de Déu y la carretera de Collblanc, en Esplugues y L'Hospitalet, donde hay calles sin viviendas y amplios descampados. Y está política va en dirección contraria a la que realizan varios departamentos de la Generalitat o los mismos servicios sociales del Ayuntamiento, en los que se ve la prostitución como un fenómeno en el que la prostituta es una víctima, y se plantea incluso una posible regulación.

Otro de los grandes despropósitos de esta normativa es pretender resolver la realidad de los indigentes que se niegan a ser asistidos con multas de hasta 500 euros cada vez que sean sorprendidos durmiendo en la calle. Pero la normativa también será aplicable al pardillo que se duerma en un banco bajo un árbol una tarde de verano, a quien duerma en el césped contiguo a la playa del Bogatell o a quien duerma en un banco junto a la estación de autobuses mientras espera el que debe tomar a las cinco de la madrugada. Además, multar a los indigentes es inútil y kafkiano. ¿Si son indigentes, quién les ayudará a conseguir el importe de la multa?, ¿la asistenta social? Y si no pagan, ¿los inscribirán en las listas oficiales de morosos a la hacienda pública para que así, si algún día se reinsertan, se les niegue un crédito o se les embargue su nómina? Siendo la indigencia y la prostitucion en la calle dos problemas sociales ligados a la marginalidad, nada conseguimos resucitando la vieja ley de peligrosidad social de la época franquista, que perseguía a vagos y maleantes y que ya resucitó Jesús Gil en Marbella.

Con relación a la tolerancia cero con quien orine en la calle y el alto importe de las multas, ¿es realista pensar que los taxistas que trabajan de madrugada nunca deben poder hacerlo? Y es que una cosa es sancionar a quien se orina en un portal al salir de un bar o una discoteca, y otra perseguir y multar a alguien que está trabajando de noche, sea taxista, repartidor de periódicos o un joven que pega carteles en los pirulís, y no tiene dónde hacerlo dado que el Ayuntamiento no instala retretes públicos similares a los que se han colocado en las paradas de inicio de muchas líneas de autobús para uso exclusivo de los conductores. Y con relación a jugar en la calle, no es lo mismo impedir quese juegue a la pelota o se usen patines o monopatines en ciertas plazas de Gràcia, que hacerlo en las amplias plazas que hay en la Verneda. Una cosa es perseguir y sancionar trileros y otra a chavales que juegan en un parque. Una cosa es pactar con los jóvenes que juegan en qué lugar no molestan al resto de los usarios y otra querer regular con sanciones todos los espacios de convivencia.

El Ayuntamiento ya dio muestras de haber perdido la ponderación a la hora de aplicar las ordenanzas hace un año, cuando en Ciutat Vella se comenzó a perseguir y multar a quienes tendían la ropa en el exterior de sus balcones y ventanas, algo que siempre se había tolerado, ante la inexistencia de patios interiores en muchos edificios, si bien se rogaba que se tendiera preferentemente de noche. Pero, carente de sensibilidad social, el Ayuntamiento dio por derogado este pacto de tolerancia vigente desde la época de Porcioles. Impotentes para frenar la degradación que se acumulaba a ras de suelo, miraron hacia arriba y aplicaron las ordenazas, cámara digital en mano, a unos infractores que no se daban a la fuga: los vecinos que, sin espacio o recursos para comprar una secadora, tendían la ropa. Pienso que el entorno del alcalde Clos hace tiempo que perdió el norte. Si no, no se entiende que se presentara a las últimas elecciones con un eslogan como "¡haremos de Barcelona la mejor ciudad del mundo!". Porque no se trata de ser mejores que los demás, yo me conformo con vivir en una ciudad en la que se viva bien y donde las personas vulnerables sean tratadas como tales, no como delincuentes. Quien promete eso o bien tiene más recursos que nadie, o bien tiene otra percepción de la realidad. Además, puestos a competir, hacernos mejores que Esplugues y L'Hospitalet gracias a que la Guàrdia Urbana resucitará la ley de peligrosidad social y les mandará las prostitutas y los indigentes es hacer trampas.

Xavier Rius-Sant es periodista.

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