Fraude consentido
El pasado viernes me disponía a pasar una agradable velada en la sala Rock Star de Bilbao. Un día muy ajetreado para poder llegar a eso de las 21.00, sin tiempo ni para cenar, a la puerta de dicha sala. Pero para mí la ocasión merecía la pena: concierto de uno de mis grupos favoritos, El Canto del Loco. No llevaba ni cinco minutos en la fila para entrar cuando empieza a circular un rumor: que si el concierto ya había empezado, que si no dejaban entrar a nadie más... En fin, saqué mi entrada, vi que el concierto era a las 21.30 y no me preocupé de más.
Estaríamos ya a la puerta unas 200 personas, entrada en mano, cuando comprobamos que los rumores eran ciertos. Dentro había aproximadamente 250 personas, que era el aforo permitido para el local, pero se vendieron 600 entradas. ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo una empresa puede salir indemne a pesar de la venta fraudulenta? Pues así están ya las cosas en este país. Parece que ahora pueden hacerlo, incluso con el respaldo de casi una treintena de policías municipales y dos furgonetas de la Ertzaintza, no sea que estos mocosos veinteañeros les dé por defender sus derechos y la monten en la puerta del local.
Si estas cosas se permiten, ¿qué será lo próximo? ¿Que vendan 500 entradas de cine para un local con 100 butacas? Y todo esto sin contar con gente que vino desde Donostia, Zaragoza e incluso de Barcelona (vuelo en avión y noche de hotel para nada) y a los que un amable policía municipal les llamó gilipollas por acudir a este evento desde tan lejos.
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