La violencia golpea en casa
Tras la puerta de seguridad, un silencioso vestíbulo recién pintado. Los zapatos de mujer y de niño están ordenados en la estantería, junto a una bicicleta infantil. Son de algunas de las 16 mujeres que, con seis pequeños, viven aquí. Se han zafado de la epidemia de violencia doméstica que azota a las turcas: el 34% sufre maltrato físico en la familia, según el Gobierno. Amnistía Internacional eleva el dato: estima que lo padece "entre un tercio y la mitad de las mujeres". En un país con 71 millones de habitantes, el Estado mantiene 15 casas de acogida para maltratadas. EL PAÍS visitó una de ellas, un tejado púrpura.
"Las mujeres que están aquí han sufrido grave maltrato físico y psíquico. Una teme que su familia la mate por una cuestión de honor", detalla la directora del centro, Birsen Kasker. Dispone de alguna plaza libre, pero se acerca el final del Ramadán. "Suele coincidir con una violencia mayor, porque los hombres vuelven a beber alcohol tras un mes de ayuno", detalla.
La lucha contra el maltrato, iniciada en 1987, ha saltado a la televisión
Entre un tercio y la mitad de las turcas sufren malos tratos físicos en la familia, pero sólo existen 15 casas de acogida
En esta casa de acogida, recién abierta con financiación municipal y gestionada por una organización pionera en la atención a maltratadas (Mor Çati, Tejado Púrpura, apelativo con el que las víctimas suelen denominar los albergues), las mujeres conjuran su miedo a encontrar la muerte si abandonan estos muros ocres. Las analfabetas aprenden a leer y escribir. También hay otras actividades formativas. Las maltratadas cuentan con apoyo psicológico y se les facilita la atención médica. El Ayuntamiento les concede una ayuda de 100 liras (unos 60 euros) y Tejado Púrpura les ofrece un préstamo a devolver cuando tengan empleo, explica Kasker. Pueden permanecer el tiempo que necesiten para rehacer su vida con autonomía.
Los muros ocres albergan algunas historias similares a las que se escuchan en una casa de acogida española: mujeres que han intentado suicidarse por no aguantar más la violencia, casi siempre de su marido; mujeres que llegan a pensar que merecen lo que les ocurre, que a golpe de maltrato pierden la autoestima y la confianza. "La violencia física en el ámbito familiar es uno de los grandes problemas que tenemos", reconoce la subdirectora general sobre la Situación de las Mujeres, Leyla Coskun.
Sin embargo, las estadísticas sobre violencia son casi inexistentes: nadie puede decir cuántos casos se denuncian, cuántas víctimas mueren. Igual ocurría hasta hace pocos años en España, donde al menos el 11% de las mayores de 18 años sufre violencia doméstica (física o psíquica). En los dos países ha triunfado la película Te doy mis ojos. El "quien bien te quiere te hará llorar" aquí se dice "es tu marido: puede pegarte o amarte".
"La violencia se da en todas las clases sociales. A las mujeres les cuesta denunciar, porque los asuntos de familia son privados. Aún hay policías que dicen: 'Vuelve a casa e intenta arreglarlo", afirma Birsen Atakan, abogada y cofundadora de Tejado Púrpura. Las víctimas suelen carecer del apoyo de sus parientes.
Sin embargo, hay cambios. "Las mujeres empezaron a hablar de la violencia que sufren a partir de 1987, cuando una esposa pidió el divorcio por malos tratos y el juez escribió en la sentencia un dicho antiguo: 'Ninguna mujer sin un niño en el vientre y un palo en la espalda'. Las mujeres salimos a la calle contra eso. Fue la primera manifestación desde el golpe militar de 1980", relata Atakan. En 1995, Tejado Púrpura abrió una de las primeras casas de acogida. "Atendimos a casi 1.000 mujeres en tres años, hasta se acabaron las donaciones. El 70% rehízo su vida con independencia".
En 1998 se aprobó la Ley de Protección de la Familia, con nuevas medidas. "No se aplica bien. Los jueces pueden decidir en dos días la expulsión del agresor del domicilio familiar. Pero tardan una semana o un mes y la mujer pierde la vida", afirma Atakan. El director general de Legislación, Kenan Özdemir, asegura que se vigila el cumplimiento de esa norma.
El maltrato también ha saltado a los talk shows de la televisión. "Ayudan a visibilizar el problema, pero son morbosos", dice Atakan. Y han costado al menos una víctima. Como en España con Ana Orantes, quemada por su ex marido en 1997 tras relatar su maltrato en la pantalla. En mayo pasado, Birgul Isik denunció la violencia de su esposo polígamo en La Voz de la Mujer. Poco después recibió los disparos de su hijo, de 14 años, que la acusó de deshonrar a la familia. El programa fue clausurado. Pero la violencia familiar comienza a ser un problema público. Más allá de los tejados púrpuras.
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