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Reportaje:

Se vende refugio atómico para 4.000 personas

El Gobierno británico decide deshacerse del búnker construido durante la guerra fría para dirigir el país en caso de ataque

Se vende ciudad subterránea. Un kilómetro cuadrado, capacidad de acogida para 4.000 personas, estación de ferrocarril, estudios televisivos, despachos para ministros, pub y restaurante. Precio base, unos 7,4 millones de euros. Aunque parezca surrealista, el anuncio es verdadero. Según publica el diario británico The Sunday Times, el Gobierno presidido por Tony Blair pone en venta Burlington, el refugio atómico construido en los años cincuenta a unos 140 kilómetros al oeste de Londres, en Wiltshire.

El búnker fue construido por decisión del primer ministro conservador Harold Macmillan durante los peores momentos de la guerra fría, y se ubica a unos 35 metros bajo tierra en el perímetro de la base militar de Corsham.

Equipado con estación de ferrocarril y estudios de la BBC, su precio es de 7,4 millones de euros

En las intenciones de sus promotores, Burlington (éste era el nombre en código mientras el sitio permaneció secreto) habría acogido a la familia real, al Gobierno y a otras 4.000 personas en caso de ataque nuclear. Desde allí se hubiera dirigido lo que quedaría de la nación, también gracias a los estudios de la BBC allí instalados.

La ciudad se desarrolla a lo largo de una mina abandonada y que durante la Segunda Guerra Mundial fue utilizada como depósito de armas. Tiene 90 kilómetros de calles con 100.000 farolas y un sistema de numeración de calles al estilo de la isla de Manhattan.

Además, cuenta con un pequeño hospital, generadores de energía y capacidad de resistir aislada durante tres meses. El Rose and Crown, el pub de Burlington, es una copia del mítico Red Lion de la sede del Ejecutivo británico, Whitehall. Y los ascensores que conectan con la superficie son los mismos del Tube, el metro londinense.

En caso de ataque, estaba previsto que los miembros del Gobierno se trasladaran al búnker con helicópteros. Los demás ocupantes hubieran podido hacerlo con el ferrocarril. Burlington cuenta con una estación y una conexión directa con la línea Londres-Bristol. La familia real lo habría hecho con su tren privado. El refugio nunca fue utilizado, pero se mantuvo en estado de perfecta eficiencia hasta hace una quincena de años. La central telefónica tuvo sus directorios puestos al día hasta 1989, cuando cayó el muro de Berlín. Hoy viven allí sólo cuatro guardias que se ocupan del mantenimiento básico del área.

Según The Sunday Times -después de que el Gobierno descartara la posibilidad de utilizar Burlington como depósito de residuos nucleares-, ya se están planteando distintas utilizaciones de las estructuras subterráneas. Las más acreditadas son la conversión del sitio en una enorme bodega para vinos -aprovechando la estabilidad de la temperatura- o en un gran archivo para las compañías de la City. Otras opciones señaladas por el diario británico son hacer de Burlington una zona de entretenimiento, con bares y fiestas nocturnas, o un sito turístico. Pero, de momento, el Gobierno no ha levantado las restricciones en el acceso por motivos de seguridad.

Quienes quieran utilizar las estructuras del búnker, además de pagar los 7,4 millones de euros pedidos por el Ministerio de Defensa británico, deberán hacerse cargo del mantenimiento de los inmuebles de la base militar de Corsham. En ella trabajan unas 2.200 personas, entre militares y civiles.

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