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Crítica:LO MÁS ÚTIL | ESCAPADAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los turistas en el diván: ¿un osito para el 'jet lag'?

Patricia Gosálvez

La próxima vez que vea a un extranjero rociando ketchup sobre un cordero asado, piense que es miedo. Echar mano de un hábito es una forma de sentirnos seguros, de marcar territorio. Algo instintivo; como viajar con la propia almohada. No tiene que ver con el cuello: un peluche combate igual el jet lag.

Viajar es una profunda experiencia psicológica. En el libro La mente del viajero, el psicólogo Alexandre García-Mas y su hermana Assumpta, escritora, parten de una premisa: "El viaje no tiene lugar en el espacio, sino que ocurre en nuestra cabeza".

Esa película que nos montamos no dura los 30 días que tenemos por contrato. Los turistas somos además viajeros en el tiempo: "La preparación del viaje te lleva al futuro; el recuerdo, al pasado".

La mente del viajero. Características psicológicas de viajeros y turistas

Alexandre y Assumpta García-Mas. Thomson. 15 euros

Como el espacio no importa, la aventura no depende del destino: "Irse en 4×4 al Sáhara no tiene por qué ser una experiencia vital más significativa que tomar el sol en Mallorca. Igual lo del Sáhara está más preparado y es más falso. Lo significativo es cambiar tu marco de referencia". Y sobrevivir a ello. Así, la mayor satisfacción no consiste tanto en que el hotel esté bien, o los monumentos sean alucinantes, sino en sentirse competente: "El viajero se siente muy orgulloso de ser capaz, de orientarse, de pedir una cerveza, cosas que pueden ser naderías en casa, pero fuera..., sobre todo si tienes delante a la familia". Medio en broma, García-Mas explica que, de viaje, el hambre se satisface al conseguir mesa: "Has logrado pedir y sueltas un suspiro de alivio porque te sientes seguro".

Divorcios en septiembre

La psiquiatría explica las psicopatologías del viajero, como el pánico a volar; los mareos de quien sufre el síndrome de Stendhal, apabullado ante la belleza; el trastorno del jet lag, o el compulsivo fervor religioso de los afectados por el síndrome de Jerusalén en las ciudades santas. Pero la ciencia también ayuda a comprender conductas mucho más comunes. Las próximas vacaciones que discuta con su pareja, piense que no está solo, los divorcios se disparan en septiembre. Y cuando haga la maleta no crea que lo importante es que cierre, sino lo que significa. Siguiendo a Umberto Eco: lo que nos ponemos, nos explica. Nos disfrazamos de turistas. "El gregarismo es de los pocos instintos que conservamos, como el hincha que se pone la camiseta de su equipo", explica García-Mas. "Es normal, si viajas, que también quieras viajar fuera de ti, ser tú, pero de otra manera". Piense en las camisas hawaianas, o en el turista aventurero vestido de sherpa.

¿Y esas veces que acabamos en un Burger? Hay una explicación psicobiológica: la ley de similitud de la Gestalt, según la cual un logo conocido ahorra esfuerzo en el tratamiento de la información. De ahí que triunfen las cadenas internacionales de hoteles o de alquiler de coches. Y que los taxis se llamen taxis en casi todas partes.

¿No ha sentido nunca que se orienta mejor en una ciudad extraña que en la propia? Pues es debido a un mecanismo de atención según el cual usted, amenazado por lo desconocido, amplía su foco visual, viendo señales y símbolos de navegación que en casa pasaría por alto. Y lo más importante..., ¿por qué ligaba todo el mundo en Vacaciones en el mar? Pues por lo mismo que Jasón iba a por el vellocino, pero sobre todo encontró a Medea, y ya en el paleolítico nuestros ancestros viajaban buscando hembras que les solucionasen la endogamia. Por muy llenas que viajen nuestras maletas, por dentro, instintivamente, viajamos más desnudos, esperando enamorarnos de vacaciones.

¿Cuál sería entonces la clave para pasarlo bien en este viaje al fondo de la mente?: "Conocerte a ti mismo como viajero y adaptarte a tus límites sean cuales sean. No hacerte trampas. Ya sea lo tuyo la seguridad o la aventura, el orden o el caos, lo importante es dejarte llevar, pero guiado por tu forma de ver el mundo". Así, nuestras expectativas quedarán satisfechas con nuestro recuerdo y volaremos felices, del presente al futuro y de vuelta al pasado.

Queda una última pregunta, que es la primera: ¿por qué viajamos? "No tenemos otro remedio", contesta García-Mas. "Está asociado a la especie", y se pregunta si no cabría el término homo mobilis, condenado a moverse. "Incluso cuando no te gusta, sientes algo, aunque sea miedo. Nos emociona la expectativa de no saber qué va a ocurrir. Viajar moviliza mecanismos muy básicos del ser humano, por mucho que ya no sea algo trascendente, por mucho que se haya convertido en algo popular enmarcado como ocio. A pesar de las compañías de bajo coste, viajar nos afecta significativamente". ¿Y si sale mal? "No importa, siempre esperamos que el siguiente viaje sea el mejor de nuestras vidas, ése que nos va a cambiar".

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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