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Columna
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Presencias y ausencias

Recientemente, se ha presentado en Madrid el premio de novela Ciudad de Torrevieja. Al acto asistió, junto al alcalde de la población, Pedro Hernández, el consejero de Cultura del Gobierno valenciano, Alejandro Font de Mora. La presencia en Madrid de un miembro del Gobierno valenciano, en una presentación literaria, resultó llamativa. Llegado el momento de los discursos, Font de Mora manifestó que el premio "es un acierto total con el que Torrevieja y la Comunidad Valenciana ganan fama y prestigio de una forma impagable". ¿Fama? ¿Prestigio? No es fácil imaginar de dónde habrá sacado el consejero que el premio proporciona estos beneficios a la Comunidad Valenciana.

El Ciudad de Torrevieja es uno más de los concursos que, en este país, se sufragan con dinero público para que una editorial privada haga su negocio y promocione a sus autores. A eso se ha reducido el certamen, hasta el momento. Invito al lector a que trate de recordar el título de alguna de las novelas galardonadas en el concurso durante los últimos años. Tendrá dificultades porque entre ellas no hay ninguna con la suficiente relevancia para haberse fijado en nuestra memoria. Y es que, aunque se pretenda sostener lo contrario, la cuantía económica de un premio -tras el Planeta, el Ciudad de Torrevieja, es el mejor dotado del país- no se traduce en un aumento de su calidad.

Cuando se anunció por primera vez su convocatoria, Hernández Mateo declaró que el Ciudad de Torrevieja se convertiría, en poco tiempo, en el mejor certamen literario de España. Con esa tendencia a la hipérbole que tienen algunos políticos, el alcalde aseguró que en la novela española habría un antes y un después del premio. Por desgracia, la agudeza que Hernández muestra para los negocios inmobiliarios, y que tan excelentes beneficios le proporciona, no alcanza a la literatura. Después de cuatro convocatorias, nadie, fuera de él -y del consejero Font de Mora, por supuesto- parece creer en las virtudes literarias del concurso.

Es comprensible que, por motivos políticos, el consejero de Cultura deba amparar a Hernández Mateo y le acompañe en el acto de Madrid. El alcalde de Torrevieja es uno de los principales apoyos con que cuenta Francisco Camps en su disputa con Eduardo Zaplana. Lo que resulta más difícil de entender es que elija ponerse en ridículo públicamente y afirme esas tonterías sobre un premio literario. De habérselo propuesto, Font de Mora hubiera encontrado fácilmente otras palabras que, dentro de la cortesía propia de estos actos, no resultaran tan exageradas. Pero nuestros gobernantes han corrompido el lenguaje hasta tal punto que no encuentran el gusto si no es en el exceso.

La disposición de Font Mora para comparecer en Madrid, contrasta con su ausencia en el homenaje que el Institut Joan Lluis Vives tributó al profesor Mira, días pasados. Se ha querido justificar la falta del consejero acudiendo, también esta vez, a razones de política. Font de Mora, se ha dicho, no podía asistir a un acto que era contrario a los intereses de su partido y del Gobierno valenciano. Si eso fuera así, no se trataría únicamente de una descortesía: la ausencia del consejero de Cultura -o de cualquier otro representante del Gobierno valenciano- en el homenaje al profesor Mira sería una mezquindad.

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