Contratos de trabajo
Supongo que es verdad, tal como indican las estadísticas, que en España se está creando empleo. Sin embargo, a través de los más jóvenes de mi familia estoy pudiendo comprobar que: a) no es nada fácil encontrar un empleo, y mucho menos acorde a la preparación académica de cada uno; b) la situación de precariedad deja al individuo en absoluta indefensión; c) salarios que no cubren las más mínimas necesidades de un individuo en el mundo occidental en que estamos ubicados. Puedo reseñar el caso de una empresa de servicios en la que se realizan contrataciones de personal, en ciertos casos con titulación superior, a los que se aplica categoría incluso inferior a auxiliar administrativo. La realización del trabajo exige conocimientos informáticos de cierto nivel y experiencia general en trabajos de oficina. Piden del trabajador jornada de hasta 12 horas (subliminalmente sólo se solicita, no se exige) sin cobrar horas extraordinarias. El salario es de 450 euros mensuales. La extrema precariedad impide que entre estos trabajadores exista afiliación sindical, aspecto que, por otra parte, favorece la aparición de elementos indeseables en los niveles medios tirando a bajos, cuya norma de conducta en el lugar de trabajo es el más puro despotismo.
Según parece, dada la situación, hay personas que están dispuestas a trabajar por la comida. Es posible que así lo deseen ciertos grupos (Jospin lo denomina "nueva casta") a los que todo beneficio les parece escaso, sobre todo si se obtiene a costa de que los trabajadores renuncien a todo, pero es mucho más doloroso que así se consienta desde los órganos de la Administración. Desde mi óptica socialista, me dirijo a quien proceda, y especialmente al señor ministro de Trabajo. ¿Queremos construir un país sobre la base de un gran número de personas rayando la esclavitud? Porque no es otra cosa que esclavitud el hecho que refiero en esta nota, y me consta que las autoridades saben que no se trata de excepciones, sino que tiende a generalizarse.
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