Una millonaria en la miseria
La tetrapléjica a la que su abogado robó la indemnización sufre un nuevo golpe en el proceso
Bernadeta Lewandowska es quizá la millonaria más desgraciada del planeta. Es la inmigrante polaca de 40 años a la que un afamado abogado de Segovia, Luis Alberto Pinillos Mora, estafó la indemnización de 900.000 euros que pagó una aseguradora por el terrible accidente que la dejó tetrapléjica en 1992. Pinillos cobró por ella el dinero y poco después murió de una grave enfermedad.
Tras nueve años esperando el juicio, Bernadeta -madre de tres hijos de 15, 8 y 7 años- logró en 2003 que la Audiencia de Madrid condenase a la esposa, María Luisa Lorenzana, y a un hijo del fallecido letrado. Les consideró cómplices de la desaparición del dinero. También consiguió el abogado de Bernadeta, José Miguel Ayllón, que el tribunal declarase "afectos" a la indemnización algunos bienes descubiertos a la familia Pinillos, entre ellos el palacio de Enrique IV de Segovia.
Pero cuando todo apuntaba a que, por fin, Bernadeta podría recuperar su dinero con la venta de ese palacio, tasado en 2,2 millones de euros, el asunto se ha vuelto a complicar aún más. La esposa del fallecido, también abogada, ha vendido el palacio antes de que el tribunal pudiese embargarlo. "Esto es mucho, ya no sé qué decir", explica Bernadeta. "Usaría palabras fuertes, pero tengo a los niños delante y... a estas alturas prefiero bromear a llorar más", cuenta. Para ella ha sido un nuevo mazazo. Y no ya "por mí, sino por mis hijos, que tengo que criarlos", destaca.
Bernadeta lleva postrada en cama desde el accidente: sólo puede girar la mano derecha y la cabeza. Sufre frecuentes y dolorosos espasmos musculares. "Si al menos pudiera levantarme y moverme, lucharía por mí misma", se lamenta. Ella, su marido, Andrzej Staszcak (de 44 años), y sus tres hijos casi viven hoy de la caridad en una casa de protección oficial de Toledo cuyo alquiler, por ejemplo, no pueden pagar desde hace cinco años. Entre su invalidez y la media jornada de su marido apenas llegan a 1.000 euros.
Bernadeta y su marido llegaron a Segovia en 1989 en busca de mejor vida. Ella trabajaba ocasionalmente en un bar y él en una granja. Tras un viaje a Polonia, en Navarra ocurrió el accidente: él resultó herido y ella quedó tetrapléjica. El jefe de Andrzej les recomendó al abogado Pinillos. Mientras Bernadeta asistía a diario a rehabilitación en el Centro Nacional de Tetrapléjicos de Toledo, el letrado, con lujosos despachos en Segovia y Madrid, negoció la indemnización con la aseguradora. Bernadeta apenas hablaba castellano. La compañía desistió del juicio y dio al letrado, en diciembre de 1993, un total de 900.000 euros para Bernadeta. El abogado fue a Toledo. Pero les soltó que el acuerdo con la compañía lo había cerrado en 751.265 euros. La pareja se enteró del importe real cuando el juez pidió a la aseguradora que certificase lo pagado.
De los 751.265 euros, Pinillos se embolsó sobre la marcha una minuta de 75.126 y entregó a Bernadeta una cantidad similar. Luego la convenció de que le dejase sacar rentabilidad del resto del dinero. Les comentó que hipotecaría un piso de Madrid y así garantizaría 300.000 euros de los 600.000 que iba a invertir. Y, además, para los gastos domésticos (poco antes del accidente la pareja había tenido su primer hijo), se comprometió a enviarles 2.404 euros mensuales.
Ella y Andrzej alquilaron una casa en Toledo. Y decidieron casarse oficialmente. Los testigos de boda fueron los Pinillos. En 1998, la pareja supo que el letrado estaba gravemente enfermo. Él les dijo que había contado a su familia el asunto. En el bufete también trabajaba María Luisa. A finales de año el dinero dejó de llegar. Bernadeta telefoneó al bufete reiteradas veces. Cuando por fin María Luisa se puso al teléfono, Bernadeta le habló de sus apuros. La respuesta quedó grabada en la mente de Bernadeta: "Yo sólo respondo de mí y de mis hijos". Tuvieron que dejar el piso de Toledo y alquilar uno de protección oficial de la Junta de Castilla-La Mancha. Bernadeta tuvo su tercer hijo. Murió el padre de Bernadeta en Polonia y ella, sin dinero, no pudo ir al entierro. El matrimonio puso una denuncia. Bernadeta tuvo que dar en acogimiento un año a sus hijos.
Se encargó del caso el abogado José Miguel Ayllón, presidente de la Asociación Nacional de Víctimas de Delitos Violentos. El juez encargó una investigación. Se supo que el talón inicial de 900.000 euros lo había ingresado el abogado en una cuenta suya. El resto, en sociedades en las que participaba su familia o colaboradores.El juez sentó en el banquillo a la esposa y cinco de los siete hijos. El juicio se celebró en abril de 2003. La juez Ana Ferrer condenó a dos años a María Luisa por alzamiento de bienes y receptación y a cuatro años por estafa a Santiago Vidaechea, testaferro del abogado y que simuló ser dueño del piso con el que se avalaban 300.000 de los 600.000 euros. Les condenó a pagar unos 900.000 euros a Bernadeta, cuya declaración en camilla fue sobrecogedora. La juez enumeró casi una decena de sociedades vinculadas a la familia Pinillos y decretó que "cualquier rendimiento o beneficio económico" que pudiera derivarse de estas sociedades quedaba afecto al pago de la indemnización. También el palacio de Enrique IV. Los Pinillos recurrieron al Supremo, que aún no se ha pronunciado. Pero la sorpresa fue cuando Ayllón descubrió que, tras el juicio y antes de la sentencia, el palacio había sido vendido. Otra vez perdidos en el laberinto.
El palacio de Enrique IV
El juez de Segovia que investiga la venta del palacio de Enrique IV, propiedad de la familia Pinillos con un 33% y de Esteban Velasco el resto, ha decidido abrir un procedimiento penal contra ambos por alzamiento de bienes. En su resolución, destaca el ánimo de los imputados por desprenderse de un bien en perjuicio de Bernardeta y de tratar de esquivar la sentencia de la Audiencia de Madrid que lo dejaba afecto al pago de la indemnización a Bernardeta. Cuando el juez citó a María Luisa y se le preguntó por qué había vendido el palacio pese a estar afecto al pago de la inmdenización, ésta respondió, según el abogado de Bernardeta, que lo hizo porque entonces aún no "estaba embargado" y que, en su opinión, el tribunal había embargado sólo los beneficios que de él pudieran derivarse.
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