La Ronda de Doha desgarra Europa
Francia y España temen que Bruselas aproveche la negociación para liquidar las ayudas agrícolas
A mes y medio de la crucial cita de Hong Kong en la que los 148 países de la Organización Mundial de Comercio (OMC) deben dar un espaldarazo a la liberalización del comercio mundial, la Unión Europea, principal bloque comercial del orbe, aparece desgarrada por tensiones internas. Francia recela hasta el extremo de las intenciones y capacidad negociadoras de Peter Mandelson, el responsable comunitario, a quien este acoso doméstico debilita en sus discusiones con Washington y los importantes países en desarrollo del G-20. El comisario de Comercio presentó el viernes a las otras partes una ambiciosa oferta, que incluye un 46% de reducción en los aranceles agrarios, para desbloquear la Ronda de Doha que ni logró el apoyo francés ni pareció suficiente a Estados Unidos y Brasil.
Bruselas pretende desbloquear el proceso de liberalización comercial de la OMC
Estados Unidos considera inaceptable la oferta europea por ser demasiado corta
La Ronda de Doha fue lanzada en 2001 en la capital de Qatar con el objetivo de lograr una liberalización del comercio mundial, que, según estimaciones del Banco Mundial, generará beneficios en torno a los 100.000 millones de euros anuales. Aunque el grueso de la cantidad derivaría de bienes industriales y servicios, el acuerdo daría un fuerte impulso al desarrollo de los países menos favorecidos, de ahí que la ronda también se llame Agenda de Desarrollo de Doha. Las negociaciones han avanzado poco desde 2001, con fracasos como el de Cancún en 2003, cuando las insalvables diferencias norte-sur sobre la agricultura asestaron un duro golpe al proceso.
Ante la reunión de Hong Kong, donde del 13 al 18 de diciembre se intentará de nuevo hacer realidad las promesas de Qatar, países desarrollados y en vías de desarrollo buscan con urgencia un equilibrio entre protección del mercado agrícola, que pretenden los países avanzados, frente acceso a ese mercado, que reclaman los países en desarrollo. La UE ambiciona que la resolución del conflicto abra la vía a la apertura de los mercados de los países en desarrollo a la industria y servicios, el punto fuerte de los países del norte.
Todas las partes implicadas quieren evitar otro fiasco como el de Cancún, pero con ese espectro parecen jugar ahora unos y otros, cada parte intentando arrancar jugosas concesiones a la opuesta.
La pelota estaba hasta ahora en el terreno de Estados Unidos, que por fin la ha soltado tras casi dos años de hacer esperar a los demás. Washington estaba concentrado en otros asuntos, entre ellos la propia reelección presidencial y el cambio en el equipo negociador de Comercio. Su muy esperado movimiento, con números que Mandelson califica de ensoñaciones irreales, con peticiones de desarme arancelario agrícola que llegan al 90% y reducción al mínimo (1%) de los llamados productos sensibles, obligó a reaccionar a las otras partes.
El negociador comunitario preparó un primer paquete de respuesta al plan de Washington, que desencadenó reacciones negativas. Para Estados Unidos, la contraoferta europea era inaceptable por corta (25% de promedio en la reducción arancelaria), mientras Francia, en el otro extremo, sostenía que el comisario se había pasado de generoso y violado los límites de negociación que los Estados habían impuesto a la Comisión: mantenerse dentro de los límites de la Política Agrícola Común (PAC), tras su reforma de 2003. Los Veinticinco no quieren que les entren por la vía de la OMC nuevos recortes en el sector agrario.
Jacques Chirac obligó a convocar la semana pasada una reunión extraordinaria de ministros de Asuntos Exteriores para exigir explicaciones a Mandelson. Allí Francia intentó sin fortuna atar las manos al negociador, pero consiguió al menos impedirle momentáneamente que presentara una nueva oferta. España, representada por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se solidarizó con Francia, y mantuvo que había que marcar de cerca al comisario, al que no pocos Estados atribuyen una peligrosa tendencia a actuar autónomamente.
Francia, primer país beneficiario de la PAC, es la punta de lanza de la oposición al negociador europeo. Ante los ministros de Exteriores presentó un memorándum en el que demostraba con cifras que Mandelson había traspasado los límites de la PAC con las concesiones realizadas en cinco líneas de productos: carne de vacuno y de ave, tomate, azúcar y mantequilla.
Tras una segunda reunión de ministros de Agricultura, el pasado martes, en la que Francia de nuevo fracasó en su intento de aherrojar a Mandelson, el comisario pudo por fin presentar el viernes una oferta al llamado Grupo de los Cinco (Estados Unidos, Australia, Brasil, India y la propia UE), que actúa como antesala de la OMC. La ministra española, Elena Espinosa, estuvo menos beligerante que su colega de Exteriores y señaló que mientras las ofertas de Mandelson se contuvieran en los límites de la PAC, no habría problema. Al tiempo, el secretario general de la OMC, Pascal Lamy, urgía a la UE a presentar una oferta para desbloquear Doha.
Es lo que el viernes hizo Mandelson. Lejos de amilanarse por las presiones francesas, el comisario elevó los términos de su propuesta, hasta llegar a un recorte promedio del 46% en las defensas arancelarias de la agricultura. Reiteró la primera oferta de recortar un 70% otras subvenciones causantes de distorsiones en los mercados agrarios y mantuvo en el 8% el número de productos sensibles, los que Francia y otros países consideran estratégicos (para España: vacuno, pollo, frutas y hortalizas, leche y azúcar). Advirtió el negociador comunitario de que su propuesta estaba condicionada a contrapartidas análogas de las otras partes y a compromisos serios sobre industria y servicios. "Es imperativo que reanudemos las negociaciones sobre industria y servicios. La Ronda de Doha debe estar equilibrada. No es una ronda sólo sobre agricultura y la UE no va a ser la única que la pague", dijo.
"Puedo confirmar que la oferta está dentro del mandato de la Comisión, aunque llega hasta sus límites. Es la última propuesta de Europa", dice Mandelson, quien asegura que la reforma de la PAC es lo que permite a la UE ser generosa porque los sacrificios que están realizando los agricultores europeos dan a la Unión la fuerza moral para exigir reformas semejantes a Estados Unidos y países ricos como Australia y Canadá. "No vamos a poner en peligro la existencia de los agricultores", insiste.
Es lo que Francia y otros países no se creen. "Hay una voluntad clara de desmantelar la PAC, lo único que hay de solidaridad entre países de la Unión", comenta una fuente diplomática, recelosa del comisario y de las intenciones de Tony Blair. "Si la PAC desaparece, la UE se convertirá en una zona de libre circulación de bienes, personas y servicios". Francia está ya sobre los nuevos números de Mandelson "porque los primeros análisis no permiten decir que se atenga a la PAC", según fuentes diplomáticas francesas.
Para el caso de que Mandelson tenga razón y esté realmente dentro de los parámetros autorizados, su oposición se reserva otra línea de ataque. "Está claro que la táctica negociadora de la Comisión de poner por delante a la agricultura no sirve para desencadenar en las otras partes las reformas que nos interesan", señalan las fuentes. "El mejor método de evitar el escepticismo sería impedir que en la reunión de los días 7 y 8 en Ginebra se negocie sólo de agricultura".
Es precisamente lo que pretende Mandelson. "Si queremos mayor acceso para nuestra industria y servicios en los países en desarrollo, tenemos que concederles mayor acceso a nuestros mercados agrícolas", subraya el comisario. "Si queremos que Estados Unidos reforme su régimen de subvenciones y que Brasil rebaje sus aranceles industriales y abra sus servicios, tenemos que recortar los aranceles agrarios. No hay alternativa".
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