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Reportaje:CERCO JUDICIAL A LA CASA BLANCA

El fiscal infatigable

Patrick Fitzgerald, hijo de un inmigrante irlandés, se formó persiguiendo a mafiosos y terroristas en Nueva York

Yolanda Monge

Le negaron la adopción de un gato porque no pasaba el tiempo suficiente en su casa para poder cuidar de la mascota. Patrick Fitzgerald, el fiscal especial encargado de la investigación del caso Plame, es conocido por su devoción al trabajo. Elocuente y sin tacha, se le define como un hombre infatigable a la hora de enfrentar retos profesionales. Entonces para él no pasan las horas. Duerme en la oficina si es necesario y dicen que en sus cajones se puede encontrar junto a la grapadora calcetines sucios. Pasó tres años persiguiendo mafiosos y terroristas en la fiscalía de Nueva York -desde Al Qaeda (mencionaba con naturalidad a Osama Bin Laden cuando era un desconocido) a la familia Gambino del crimen organizado- antes de que la Administración Bush le nombrara fiscal en Chicago.

Elocuente y sin tacha, ahora está inmerso en el caso más político de toda su carrera
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Y ahora está inmerso en el caso más político de toda su carrera: procesar o no a altos miembros del Gobierno de George W. Bush por una filtración que desveló la identidad de una agente de la CIA. Fitzgerald fue nombrado a finales de 2003 por el entonces secretario de Justicia, John Ashcroft, fiscal especial para investigar el caso Plame.

Soltero, de 44 años, Fitzgerald es el hijo de un inmigrante irlandés que trabajaba como portero en Manhattan, labor que desempeñó durante algunos periodos el actual fiscal especial mientras estudiaba leyes en Harvard.

El hombre al que sus amigos llaman Fitzie es un adicto al trabajo que puede mandar correos electrónicos a sus subordinados a la dos de la madrugada. El hombre que tiene en vilo a la clase política de Washington también es, según quienes le conocen, una buena compañía para tomarse una cerveza y ver un partido de béisbol. "Es juerguista y chistoso", asegura en The New York Times Patton Seymour, antiguo asistente del fiscal. Y recuerda la ocasión en la que Fitzgerald se inventó una sentencia y se la atribuyó a un juez y por error fue mandada a varios colegas. "Pero a la vez es brillante. Y cuando está dedicado a un caso importante nada le puede distraer de él", afirma Seymour en el diario neoyorquino.

Patrick Fitzgerald no es Kenneth Starr, el fiscal independiente que lideró la investigación tanto en el caso Whitewater como en el escándalo sexual de Monica Lewinsky durante la presidencia de Bill Clinton. Fitzgerald fue nombrado en su cargo por la Administración Bush y esto hace que sea muy poco vulnerable a posibles ataques de la Casa Blanca.

Los demócratas consideraban a Starr partidista por su adscripción republicana. Fitzgerald es un "profesional" del Departamento de Justicia contra el que será muy difícil lanzar acusaciones "partidistas", según Katy J. Harriger, científica política en la universidad de Wake Forest y que se ha dedicado a estudiar a los fiscales especiales.

El fiscal especial tiene toda una leyenda a sus espaldas de hombre austero que sólo vive de las leyes. Cuentan que durante su época en la fiscalía de Nueva York no se molestó en dar de alta el gas y vivía sin calefacción. Quizá fue por eso por lo que tras introducir dos lasañas en el horno las olvidó allí durante tres meses. El gato que el albergue de adopción de animales de compañía negó al fiscal especial, finalmente lo obtuvo cuando una amiga se lo regaló y se lo envió desde Florida.

Patrick Fitzgerald, en Washington tras su reunión con el gran jurado.
Patrick Fitzgerald, en Washington tras su reunión con el gran jurado.REUTERS

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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