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Blair propone que cada escuela pública se gestione de forma autónoma

El primer ministro británico, Tony Blair, anunció ayer una "reforma crucial" de la educación secundaria: permitir que las escuelas públicas decidan de forma privada su modelo de gestión para, por ejemplo, poder escoger a sus alumnos y organizar los estudios. Las escuelas que decidan optar por este modelo seguirán recibiendo financiación pública. La reforma, que será detallada hoy por el Ministerio de Educación mediante un libro blanco, ha merecido la crítica de la izquierda laborista, que teme que acabe favoreciendo a las clases medias en perjuicio de los alumnos de familias humildes.

La propuesta de Blair será de adopción obligatoria para las escuelas de nueva creación pero las ya existentes podrán seguir bajo la tutela de las autoridades públicas si lo prefieren. Vamos a seguir poniendo dinero en nuestras escuelas", se comprometió Blair, "pero vamos también a completar las reformas que empezamos, de manera que, con el tiempo, tendremos un sistema de escuelas públicas independiente, autogobernadas, con financiación justa y admisiones justas".

El Partido Conservador, en cambio, la ha aplaudido porque considera que es un retorno al sistema de escuelas públicas concertadas instaurado en su día por Margaret Thatcher y abolido por los laboristas en 1998.

El primer ministro "ha desperdiciado ocho años por ser tímido y no haber reformado la educación de manera apropiada y ahora, en la decadencia de su mandato, ha decidido por fin dar los pasos que durante tanto tiempo le hemos apremiado a dar", se regocijó el responsable tory de Educación y favorito para ser el nuevo líder, David Cameron.

Temor a la selección

Los criterios de admisión, regulados ahora por las autoridades educativas locales, serán de completa responsabilidad de las escuelas. Ésa es una de las principales preocupaciones de la izquierda laborista, que teme que las escuelas -que podrán agruparse para optimizar los recursos- irán seleccionando a los alumnos más aventajados en perjuicio de los procedentes de ambientes más problemáticos y con resultados escolares más mediocres.

En las escuelas concertadas, la autoridad política tendrá un papel estratégico de control de la calidad de la enseñanza y comisionar servicios, pero no ejercerá de gestor. Los padres tendrán amplios poderes para participar en la gestión y orientación de la escuela de sus hijos, pero los profesores tendrán "el derecho inequívoco de disciplinar a los alumnos".

Otra de las claves es que las escuelas podrán agruparse para gestionar sus recursos, incentivando así el papel de grupos económicos y religiosos en la gestión de las escuelas públicas.

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