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Reportaje:

La droga también encarece el petróleo

Las compañías norteamericanas denuncian las dificultades para contratar personal por su tendencia a la adicción

El azote del huracán Rita a la industria petrolera puede quedar en una anécdota si se compara con el problema que arrastra desde hace años el sector para contratar con el personal adecuado que haga funcionar sus plataformas de extracción. Y cuando se da con la persona dispuesta a aislarse durante meses en alta mar o áreas remotas en tierra firme, las pruebas para la detección de drogas echan para atrás al 70% de los aspirantes. La historia se completa con los despidos de trabajadores por abuso de estupefacientes, antidepresivos y alcohol.

Las plataformas en alta mar se han representado en más de una ocasión en el celuloide como puntos estratégicos en las redes de tráfico de drogas en el Golfo de México. La realidad muestra otro panorama, quizás más preocupante: el del abuso de drogas, también en zonas aisladas en tierra firme. El Departamento de Empleo de EE UU no dispone de una estadística que permita relacionar el uso de estupefacientes y con los accidentes laborales.

Pero el peligro que corren los trabajadores en la industria del petróleo y del gas natural está bien documentado. Por eso el sheriff del condado de Garfield (Colorado), Lou Vallario, ha decidido realizar controles sorpresa a los empleados que trabajan en estas instalaciones de extracción y procesamiento de gas. Dice que esos controles demuestran que consumen algo más que simple cafeína. Vallario se refiere en concreto a la metanfetamina, una droga barata y de fácil fabricación. La misma medida la aplica en el condado vecino de Moffat el sheriff Buddy Grinstead, que observa un incremento del uso de esta droga desde 2000.

La metanfetamina se está convirtiendo en uno de los mayores problemas del mundo rural en EE UU, como revela las encuestas de la National Association of Counties. Pero no es la única sustancia ilícita de consumo. El sector petrolero establece como regla para la contratación del personal en EE UU que se sometan a una prueba física y de detección de drogas previa, y a continuos controles. Jim Wicklund, analista del sector energético en Bank of America Securities, explica que el 70% de los aspirantes que se someten al test dan positivo, lo que dificulta aún más encontrar manos cualificadas. "Hay una falta evidente de personal, y no es algo que se pueda solucionar con tres meses de formación o una paga extra", señala.

Tony Porter, de la compañía Patterson Drilling, una de las más importantes en EE UU, reconocía recientemente que están teniendo "verdaderas dificultades para encontrar a gente que pase los controles de detección de drogas".

El control del consumo de drogas es un rito por el que pasan cada año 40 millones de trabajadores. Menos del 5% da positivo, lo que sugiere a los expertos que muchos se las ingenian para engañar las pruebas de orina o de saliva, como señala Darrell Fontenot en una reciente entrevista con el diario US Today.

Ron Walsmith, director de la firma Mid Continent Oil & Gas Training Center, comentó en un artículo publicado en Financial Times que el abuso de la metanfetamina y otros estupefacientes supone un problema mayor para las petroleras en Tejas, Colorado, Luisiana, Nuevo México y Oklahoma. Es más, asegura que se han encontrado laboratorios en algunas plataformas, que suponen un peligro para el resto de los trabajadores porque utiliza sustancias altamente inflamables. Por no hablar de las alucinaciones que sufren los adictos.

La desesperación por encontrar al personal adecuado ha hecho que las petroleras estudien recurrir a la mano de obra asiática para cubrir los puestos vacantes, como en su día hizo Lockheed Martin en el sector aeroespacial con ingenieros rusos. Pero a los políticos no les entusiasma la idea de "importar" trabajadores chinos. Ante la magnitud del problema, algunos como Ben Dell, analista de la firma Sanford Bernstein, vaticina en Financial Times un impacto en el precio del petróleo si la industria no se dota del personal preparado.

Un trabajador en un pozo de la ciudad rusa de Nefteyugansk.
Un trabajador en un pozo de la ciudad rusa de Nefteyugansk.REUTERS

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