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Echevarría tira la toalla

El directivo presentó anoche su dimisión irrevocable 10 horas después de ser amparado por Laporta

Àngels Piñol

El rumor circuló a las 23.00 horas y el presidente del Barça, Joan Laporta, lo confirmó una hora después en el programa La nit al dia de TV-3. Alejandro Echevarría, cuñado y directivo azulgrana, presentó anoche su dimisión, esta vez irrevocable, 11 horas después de que Laporta le hubiera mantenido en el cargo y defendido pese a su ideología franquista. Echevarría tomó la decisión al considerar insostenible su continuidad en el club después del aluvión de críticas que recibió su filiación a la fundación Francisco Franco. Laporta, cuya popularidad ha caido en picado, fracasó al intentar convencer a todo el mundo de la bondad de mantener a su cuñado en el cargo. "En un acto de dignidad y compañerismo me ha presentado hace una hora la dimisión. Lo he consultado con los directivos y su continuidad es insostenible y es lo mejor para todos", dijo el presidente.

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Casi dio la impresión de sentirse liberado. Ya más relajado y cómodo, Laporta cerró así la jornada más tensa de su mandato al defender por la mañana a ultranza a Echevarría, pese a que el Ministerio de Cultura certificó en un documento del 5 de octubre, que es patrono de la citada fundación. Laporta no dio valor a ese documento e insistió en que su cuñado se dio de baja en la entidad fascista en 2003, justo antes de que él ganara las elecciones. Pero no persuadió nadie. La junta temió que el sábado en el Camp Nou, ante Osasuna, se viviera un plebiscito sobre el asunto. En el Palau blaugrana, en el partido Barça-Fuenlabrada, ya se vio esta pancarta: "Por la memoria de Josep Sunyol [presidente del Barça fusilado durante la Guerra Civil] y de nuestros abuelos, dejar de ensuciad el nombre de nuestro club". Echevarría temió que su presencia erosionaría a Laporta y éste, esta vez sí, aceptó la dimisión aceptó la dimisión que le rechazó el viernes.

"Él nunca ha puesto en la proa las cuestiones ideológicas. Es un hombre tolerante, eso le honra y lamentablemente ya no es miembro de la junta. Quiero agradecerle todo lo que ha hecho por el Barça: se ha jugado el cuello por razones de seguridad [en su lucha contra los violentos] y gracias a él tenemos un estadio más seguro", le alabó Laporta. Y aclaró especialmente esto: que no le defendía por haber sido Echevarría quien le avaló el 15% del presupuesto necesario para ser directivo. "Lamento esas insinuaciones. Me busco la vida desde los 18 años y me he podido espabilar. No ha habido condicionantes económicos".

Laporta inició la jornada más delicada que ha vivido al frente del club por la mañana en el Camp Nou cuando dio, por primera vez desde que estalló el escándalo, explicaciones sobre el Caso Echevarría. De entrada, pidió disculpas: dijo por dos veces en las asambleas de compromisarios de 2004 y 2005 que su cuñado nunca había pertenecido a la fundación fascista pese a que lo fue desde 1996 hasta 2003 cuando, según él, se dio de baja. "Él nos dijo una verdad a medias. No lo sabía y no tuve la sensación de mentir, pero entiendo que muchos barcelonistas se hayan sentido ofendidos y por eso me disculpo", dijo Laporta, que achacó su retraso de 10 días en dar su versión por los partidos que el Barça jugó en A Coruña y Atenas. No tenía otra salida: primero, porque Echevarría esgrimió un papel de la fundación que aseguraba que no era patrono desde el 8 de junio de 2003. Y segundo, porque era consciente de que los socios le reclamaban explicaciones, según el resultado de varias encuestas, una de ellas encargada por el propio club, que señalan también que su popularidad ha caído en picado.

Laporta compareció solo y habló 16 minutos. Sólo le faltó ponerse la toga. Fue más que nunca el abogado que es, consciente de que tenía que convencer a un tribunal con unas débiles pruebas para defender a su cliente. No se movió de esta estrategia: pedir disculpas, defender el nombramiento como directivo de Echevarría, hermano de su mujer, en 2004 por ser el hombre ideal por sus circunstancias (su familia fue amenazada en su día por ETA) para neutralizar las amenazas de muerte que él y los suyos recibieron de hinchas violentos. "Él hace una tarea eficaz y es estimado por los directivos, técnicos y jugadores. Su presencia en la junta no perturba nuestro proyecto catalanista y tolerante. Se equivocó al hacerse de la fundación, pero se borró en 2003". Y repitió siete veces esta cantinela: "Yo le creo, le disculpo y no quiero que dimita".

Y a partir de ahí, Laporta se enroscó como una serpiente ante el aluvión de preguntas. Atrapado en un callejón, sus argumentos se fueron deshaciendo como el yeso. "Si Echevarría ya no le dijo la verdad, ¿por qué le cree si un documento público dice que es patrono?", se le preguntó. "Me lo creo con independencia de los papeles del Ministerio de Cultura, de la fundación y de donde sea. A veces se hace un documento de compra-venta y no se registra. Él está haciendo gestiones para arreglarlo". "¿Le habría incluido en su junta si hubiera conocido su ideología?". "No lo hubiera sugerido, pero le nombramos por unanimidad". "¿Por qué se dio de alta en 1996 si no es franquista?". "No puedo ver el genoma. Pregúnteselo a él".

Laporta admitió que él y la junta conocían el pensar de Echevarría y que nunca lo ocultaron. "Su pensamiento es perfectamente asumible por la mayoría de los catalanes. Él ha hecho muchas cosas por Cataluña. Tiene 40 años y con esa edad no se puede ser franquista", dijo para sorpresa de muchos. "No es autoritario y es respetuoso y tolerante. Él se hizo patrono por un punto de frivolidad y por circunstancias familiares. No discriminaremos a nadie en la junta por su pensamiento. Él se siente cómodo en nuestro proyecto. Nosotros no hacemos política, hacemos país".

Laporta respondió con un lacónico "tendrán que decirlo los socios" cuando se le preguntó si había perdido credibilidad. Diez horas después, aceptó la dimisión.

Joan Laporta, ayer en la rueda de prensa.
Joan Laporta, ayer en la rueda de prensa.MARCEL.LÍ SÀENZ

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