Un guiño para animarse a apagar fuegos
Un grupo de 96 mujeres se prepara para integrarse en los cuerpos de bomberos de Málaga y contagiarse de su adrenalina
Lidia agarra con fuerza el dispersor, y en pocos segundos una nube de espuma le rodea. Mientras, un ruido ensordecedor hace inaudibles las explicaciones del monitor para actuar con habilidad ante fuegos en sótanos de difícil acceso. Es su primera práctica como bombera, pero no le parece gran cosa al compararla con las muy exigentes pruebas físicas. "Mi abuela dice que no me haga ilusiones, pero mi madre tiene claro que si ya he sido camionera, puedo con eso y mucho más", desafía sonriente.
Lidia Escudera registra cada vez mejores tiempos en atletismo, natación y resistencia física. Está algo más que en forma. Junto a otras 96 compañeras asiste a diario al primer curso para bomberas organizado por la Diputación de Málaga. La iniciativa durará hasta fin de año y persigue incentivar que las mujeres se lancen a una profesión tradicionalmente masculina y en la que el arrojo es imprescindible. De momento, en la provincia de Málaga sólo hay cinco bomberas en activo de los 150 bomberos en los parques para municipios pequeños.
Son chicas jóvenes, risueñas, atentas, y la mayoría toma notas y lleva cámara al ristre para fotografiar las partes de un camión que aún desconocen y con el que esperan familiarizarse. La convocatoria se ofreció para 30 aspirantes, pero pronto se vio desbordada y la organización decidió ampliarlo y admitir las casi cien solicitudes propuestas.
"Buscamos que conozcan los tipos de actuaciones y el manejo del material para una visión total del cuerpo. En definitiva, que no lleguen en blanco a las oposiciones, aunque alrededor de un 15% ya posee formación previa", explica Carlos Sesmero, coordinador del curso. La Diputación convocará en 2006 unas oposiciones para cubrir 70 nuevas plazas de bombero y en la que habrá reservado un cupo del 5% para mujeres por ley.
"La prueba que hace de criba es la trepa de cuerda", explica el preparador físico Rafael Castillo, que les planifica el entrenamiento a un grupo que denomina "muy heterogéneo", ya que en el casi centenar de aspirantes se concentran mujeres que han opositado ya, y otras con ninguna preparación física anterior. Pero también es ardua la formación teórica sobre la naturaleza del fuego, la prevención de riesgos, el examen psicotécnico y la legislación contraincendios que incluye artículos de la Constitución, oveja negra para algunas aspirantes. A la mayoría les choca la abundancia de tecnicismos, aunque aplauden la paciencia de los monitores.
Pero no a todos les parece una iniciativa justificada. Ana Andrade es miembro del parque de bomberos de Málaga desde hace seis años y critica el trato "de favor" hacia las mujeres aspirantes. "Bastante tenemos con que nos miren mal. Cuando aprueben... ¿qué respeto esperan de sus compañeros cuando ingresen gracias a un cupo?". Tras su experiencia, Andrade considera que estos cursos no preparan de manera adecuada ni las oposiciones valoran el enfrentamiento cara a cara con el fuego. "Las pruebas deberían potenciar aspectos como el vértigo y acceder a sitios con dificultad, adaptarte a la oscuridad... Al final la fuerza está en la cabeza: la decisión".
Una de las participantes critica que el curso no dure al menos seis meses. "Lo vemos todo a velocidad de rayo y sólo te orienta para saber de qué va, y no te prepara para las oposiciones", dice sin querer dar su nombre. "Es un curso muy goloso. Estamos ilusionadas pero también algo asustadas", añade.
Para el preparador físico Castillo, esta profesión "se lleva en la sangre" y explica que tiene compañeras de promoción cuya pasión es el mundo de la emergencia y que no tardaron en prepararse las oposiciones tras licenciarse. Desde que se inició el curso, 96 mujeres están empeñadas en contagiarse de esta adicción a la adrenalina, y en conseguir que el abanico se amplíe cuanto sea posible.
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