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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Prodi despega

Romano Prodi tiene aún un largo camino para volver a gobernar en Italia, pero el aplastante triunfo logrado el domingo, en esas peculiares e inéditas primarias a la americana entre siete candidatos del desaparecido Olivo, denominado ahora La Unión, le consolida como único aspirante de la coalición de centro-izquierda con capacidad de derrotar a Berlusconi en las legislativas de abril o mayo próximos. Sin embargo, el actual primer ministro conservador ha dado muestras de enorme astucia política al conseguir que la Cámara de Diputados aprobara el pasado jueves una controvertida reforma de la ley electoral que reintroduce el antiguo sistema proporcional, hecha a la medida del centro-derecha, y que al mismo tiempo le ha servido para apartar a uno de sus potenciales rivales de la coalición, el democristiano Marco Follini, que pedía su relevo.

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El triunfo de Prodi es, en cualquier caso, doble: por la participación, muy superior a la prevista -cuatro millones frente al millón de votantes que sus colaboradores esperaban-, y por el respaldo, que rozó casi el 75% cuando los más optimistas auguraban un 60%. Fausto Bertinotti, el segundo más votado, no superó el 15%. El dirigente de Refundación Comunista es un socio incómodo para Prodi, y éste lo sabe bien, pues provocó su caída como jefe de Gobierno en 1998; pero tendrá que contar con él si quiere volver a Palazzo Chigi. Y no sólo con Bertinotti, porque la coalición de centro-izquierda dista mucho de ser un bloque compacto y ninguna de las nueve formaciones que la integran tiene la intención de presentar listas unitarias en los comicios de la próxima primavera. Además, la nueva ley electoral, que penalizará a los partidos grandes en provecho de los pequeños, obligará al ex presidente de la Comisión Europea a crear su propio grupo.

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Que Italia necesita un cambio es algo que los analistas de fuera y de dentro recomiendan. Los propios ciudadanos comienzan a estar saturados de los últimos cinco años de gestión omnímoda y ventajista de Berlusconi, un magnate convertido en político que se ha resistido desde que llegó la primera vez al poder, en 1994, a romper amarras con sus negocios y que elude como puede los problemas con la justicia. Las divisiones dentro de su propia coalición son evidentes. La economía no remonta y el nuevo titular de esa cartera ministerial, Giulio Tremonti, se ve obligado a presentar unos presupuestos más restrictivos para controlar el desbocado déficit fiscal. Las encuestas pronosticaban la victoria de Prodi antes de la aprobación de la reforma de la ley electoral, pero las elecciones todavía están muy lejos como para que cante victoria.

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