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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Niños de la guerra'

Casi todos los días, en algún lugar del mundo, muere un niño de la guerra. No todos fueron a la URSS. Muchos de ellos llegaron a Buenos Aires en el vapor Massilia, desde La Rochelle (Francia), en noviembre de 1939. La mayoría andan en torno a los 80 años y cuando desaparezcan se habrá terminado definitivamente el recuerdo oral, directo, de las mil versiones de la Guerra Civil. Habrá millones de libros sobre la guerra y el exilio, pero ninguna voz. Cuando hace meses, insólitamente, se pusieron de acuerdo diputados y senadores de todos los partidos políticos de España y decidieron, por ley, otorgar a esos niños una pensión que mitigaría problemas, aunque no devolvería la vida que la guerra les robó, recuerdo haber leído en EL PAÍS que un diputado de IU recomendó que se cumpliera cuanto antes la ley, para que el beneficio no llegara demasiado tarde...

Días pasados me encontré en la avenida de Mayo a uno de los niños del Massilia y me comentó que no tenía la menor novedad de la pensión a la que se había acogido con una solicitud en regla. Me dijo: "El dinero que me asignen tal vez llegue para un entierro digno. Pero si ya me he muerto, como no me queda ningún familiar, no creo que se loentreguen a algún amigo para que entierren mis cenizas en Esclavitud, el pueblo donde nací en Galicia, entre Padrón y Santiago". El pueblo Esclavitud existe, lo he visto por la ventanilla del tren. El niño octogenario, también... Vive esperando la pensión y el final de su camino, en Buenos Aires.

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