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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El interrogante de la estrategia

Soledad Gallego-Díaz

El gran tema político de la temporada es la estrategia que seguirán los dos grandes partidos, PSOE y PP, en la negociación del proyecto de Estatuto de Cataluña. Algunos elementos se podrán vislumbrar en el debate a la totalidad para su aceptación, que se celebrará, según lo previsto, el próximo día 2 de noviembre en el Congreso de los Diputados; pero aun así quedarán abiertos muchos interrogantes. Por parte de los socialistas, la principal pregunta es hasta dónde aceptarán que se estire la cuerda, y por parte del PP, hasta dónde participará en el debate artículo por artículo dentro de la Comisión Constitucional, qué enmiendas presentará y qué actitud adoptará frente a las del PSOE.

Sevilla, que ha mantenido posiciones muy públicas sobre los aspectos más polémicos del proyecto de Estatut, no forma parte del equipo negociador del PSOE

En el Partido Socialista, una de las pocas cosas claras es el equipo encargado de llevar adelante la negociación. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha optado por dejar fuera al ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, que tuvo protagonismo en la primera etapa, pero que ahora, al parecer, no se ajusta al "perfil negociador" que buscaban José Luis Rodríguez Zapatero y, seguramente, el portavoz, Alfredo Pérez Rubalcaba. Su ausencia ha despertado, sin embargo, una cierta sorpresa en las propias filas del grupo parlamentario.

Sevilla, que es economista y valenciano, y que habla en catalán con sus colegas del PSC, fue partidario, en su momento, de endurecer la negociación en el Parlamento de Cataluña, y mantiene posiciones conocidas sobre el sistema de financiación, el término nación y otros de los aspectos más polémicos del borrador refrendado por el PSC. Estas posiciones son, probablemente, las que le han dejado en un segundo círculo, no directamente implicado en los contactos negociadores.

Quien no falta en el equipo negociador es el propio Pérez Rubalcaba, que compartió completamente el criterio de Rodríguez Zapatero de permitir la llegada al Parlamento de Madrid de casi cualquier texto si era ampliamente respaldado en Barcelona. El segundo miembro del equipo, el ministro de Industria, José Montilla, es también un elemento imprescindible, aunque, en cuanto presidente del PSC, se va a ver en la curiosa tesitura de negociar no sólo con ERC y con CiU, sino también, probablemente, con conocidos colaboradores suyos y correligionarios.

El tercer miembro del equipo socialista es Francisco Caamaño, secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes y persona considerada próxima al presidente del Gobierno. Caamaño, que tiene 42 años -tres menos que Rodríguez Zapatero-, es gallego, está casado y tiene dos hijas. Ganó la cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia y ha sido letrado del Tribunal Constitucional.

En el Partido Popular, al margen de las estrategias que se vayan diseñando, ha calado profundamente la idea de que el presidente del Gobierno está desarrollando una política de total confrontación con los populares. Sus principales dirigentes aseguran que el PSOE quiere sustituir la legitimidad del pacto de 1978, tal y como afirmó la semana pasada Josep Piqué. "Zapatero está socavando la legitimidad de 1978, y eso tiene consecuencias muy graves para nosotros", insiste un destacado dirigente popular.

La gran mayoría de los responsables del PP, según esta misma fuente, está convencida de que el PSOE no ha querido pactar la reforma del Estatut con la oposición. "Seremos o no capaces de convencer a la mayoría del país de que esto es así, pero de lo que no deben tener dudas es de que eso es exactamente lo que pensamos todos los militantes y simpatizantes del PP", mantiene. Y advierte: "Si el texto que se aprueba es inaceptable para nosotros, los socialistas nos estarán obligando a incluir una reforma constitucional en nuestro programa electoral, una reforma que garantice totalmente las competencias del Estado, que prevalezca sobre esta reforma estatutaria".

"Zapatero está encantado con tener al PP radicalmente en contra, y ha jugado a ese escenario porque cree que eso unirá a su partido e incrementará sus posibilidades electorales; pero está poniendo en marcha un proceso muy difícil de gestionar, y sobre todo comete un terrible pecado de soberbia: cree que nunca va a perder el poder", critica duramente un veterano diputado del PP. "Y lo que se modifica así, se puede volver a modificar de la misma manera. Nadie podrá reprochar entonces al PP que ignore al PSOE y que ponga en marcha de forma unilateral reformas de fondo, sustanciales. Simplemente estaremos caminando por la vereda que ha abierto el presidente del Gobierno", asegura.

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