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LA NUESTRA
Columna
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Procesiones, carnaval y algo más

Esta semana nos hemos dado de bruces con una cifra que, sin tener detrás tragedias humanas como las que llegan de Pakistán, Guatemala o Marruecos, también tienen que ver con las prioridades en el gasto público y la desigualdad entre individuos, países y continentes. La cifra en cuestión son los 50.000 millones de pesetas (han leído bien) que ha costado el Palau de les Arts de Valencia, suma a la que a partir del año que viene habrá que ir añadiendo lo que cueste la programación del Teatro de la Ópera que va en el lote y cuya factura, según ha dicho ya la gerente, tiene que pagar "Madrid". Creo que sólo cabe calificar de catástrofe y escándalo que a una ciudad o a una comunidad autónoma le caiga encima algo así. Comprendan mi alarma: vivo en Granada y las instituciones llevan meses buscando terrenos donde construir un Gran Espacio Escénico como Granada se merece y en el que también quepa la ópera. Pero no es esa la cuestión a que quiero referirme.

En Andalucía hay recursos culturales más que sobrados. Si sumamos todos los eventos (algunos muy costosos) que tienen lugar en la comunidad, tendremos un importante número de conciertos de todo tipo, espectáculos de danza, representaciones teatrales y hasta óperas que no podrían ponerse en pie sin el dinero público y que sin embargo sólo quedan al alcance de un público muy limitado. Nadie ignora que tales espectáculos son muy caros y que no es posible hacerlos girar por toda Andalucía. Pero, por ejemplo, el martes pude ver en TVE el Don Giovanni que en las semanas anteriores se había estado representando en el Teatro Real de Madrid. ¿No podría Canal Sur grabar para su retransmisión algo de lo que se programa en Sevilla, Granada o Málaga y darlo luego en diferido?

Seguramente habrá problemas de derechos, que por cierto serán los mismos para TVE. ¿Pero no parece sensata la idea de sacar ese rendimiento extra a espectáculos que ya nos cuestan mucho y que sin embargo no conseguimos ver? Canal Sur retransmite los Carnavales de Cádiz, toros y, claro está, la Semana Santa. ¿Qué sucede con la Bienal de Flamenco, los festivales de jazz, las temporadas del Teatro de la Maestranza y el Central o el Festival Internacional de Música y Danza de Granada? Este año, por ejemplo, en el Palacio de Carlos V hemos tenido tres noches al maestro Baremboim con la Staatskapelle de Berlín en tres conciertos extraordinarios, y no sería extraño que volviera en la próxima edición del festival. ¿Es una idea descabellada levantar un teléfono e intentar al menos la gestión de grabarlos para luego emitirlos? En agosto estuvo -¡en Roquetas de Mar!- Baremboin con la Orquesta del Diván de Oriente y Occidente, que además ensaya en Pilas (Sevilla) y tiene desde su nacimiento un apoyo institucional de la Junta de Andalucía del que podemos sentirnos orgullosos. ¿Por qué todo esto tiene que pasar como si ocurriera en otro país?

Las inversiones que estos grandes eventos requieren se justificarán en la medida en que formen una oferta accesible para el mayor número posible de ciudadanos, con una gestión más igualitaria y menos exclusiva de esos recursos que tenemos. Y la televisión, que es un gran invento, puede servir a ese propósito.

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