Precios y despidos
Las grandes empresas quieren despidos. Mil cuatrocientos, quiere liquidar la Seat: no pueden vender tantos coches como producen. Siguen en esta sangría a Volkswagen. No venden porque el mercado cae: los precios suben, el ciudadano-masa pierde trabajo y nivel de salarios y no puede comprar: hay sobrantes en los almacenes, que tienen también un precio muy alto, y la publicidad ofrece unas salidas cada vez más altas; no se pueden abandonar porque la competencia ocuparía esos puestos. Dicen -trabajadores- que si la fábrica de los Seat cerrara su producción, podría estar más de un año vendiendo al ritmo de ahora hasta acabar con lo acumulado. Volkswagen podía irse a China: trasladando allí toda su maquinaria pesada, y desde allí la exportación de vehículos a Europa y al resto el mundo, ganaría dinero desde el primer momento. No sé si ésta es una de las famosas "contradicciones del capitalismo", como nos enseñaban los hermanos marxistas, y aún musitan algunos. "El capitalismo morirá de sus contradicciones", decían, y lo decían también del franquismo. Las contradicciones no existen cuando el poder es absoluto.
Puede haber errores, y se rectifican: se despiden obreros, aunque ya no se llamen obreros sino trabajadores, después de haber sido productores: el idioma es el encubrimiento de todas las trampas. El capitalismo español forzó durante una época el exilio de españoles hacia lugares de mayor producción: esta inmigración dio un resultado espléndido, porque mientras se quitaban de aquí estas unidades de gasto, su producción en el extranjero generaba muchos millones con la parte de sus salarios que ellos enviaban a sus familias de aquí. En buenas divisas. Esto se llamó "exportación invisible", a la que se unió el turismo, aunque no fuese tan productivo: dejaban divisas pero había que darles comida, albergue, sol y sexo. El turismo sexual ahora se maldice porque se va a Asia, que tiene otras más abiertas respecto a la libertad de prostitución a cortas edades: desde Europa y desde Estados Unidos se generan protestas morales, religiosas y sentimentales contra esa barbarie para que los turistas consuman en su propia patria. Pero también esa mano, o ese sexo de obra, salta las tapias y viene aquí: no luchamos contra las mujeres, porque estaría mal visto, pero si contra lo que llamamos "mafias" de Europa, África, Asia... En fin, lugares comunes, tópicos: todo demasiado sabido.
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