Hallado muerto un ministro sirio vinculado al asesinato del líder libanés Hariri
El Gobierno de Damasco asegura que Ghazi Kanaan se suicidó en su despacho
El ministro del Interior de Siria y antiguo hombre fuerte en Líbano durante cerca de dos décadas, Ghazi Kanaan, fue hallado muerto ayer en su despacho oficial en Damasco. Una comisión especial de Naciones Unidas estaba investigando a Kanaan, junto con otros altos dirigentes sirios y libaneses, por su supuesta implicación en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, perpetrado el pasado 14 de febrero con un vehículo bomba apostado en una calle de Beirut. Al parecer, el coronel Ghazi Kanaan, de 63 años, se quitó la vida al mediodía disparándose un tiro en la boca.
Pocas horas antes de su muerte, Kanaan había efectuado unas declaraciones en una emisora de radio privada libanesa en las que, visiblemente nervioso, había tratado de desmentir cualquier implicación en el asesinato de Rafik Hariri.
"Estas son las últimas declaraciones que voy a efectuar", había asegurado Kanaan al periodista libanés que le entrevistaba, alertando quizás de esta manera sobre su intención de quitarse la vida. Sus palabras fueron un largo y confuso discurso con el que intentó refutar unas informaciones y pruebas difundidas días antes por la prensa de Líbano según las cuales habría pagado, a través de su cuenta bancaria, a sicarios sirios y libaneses para que llevaran a cabo el asesinato del ex primer ministro Hariri.
Estas informaciones comprometedoras habían sido descubiertas por los inspectores de la comisión especial de Naciones Unidas, encargada de descubrir a los responsables del asesinato de Hariri, después de rastrear las cuentas corrientes de varios altos mandos militares libaneses y sirios.
En una de las cuentas de Kanaan se descubrió que éste venía recibiendo periódicamente grandes cantidades de dinero del propio Hariri, con las que sufragaba gastos personales, entre los que se encontraban los estudios y estancia de dos de sus hijos en una universidad de Washington, y pagos a agentes de los servicios secretos sirios en Líbano.
El juez alemán Detlev Mehlis, responsable de la comisión de la ONU, se disponía a cerrar un tramo importante de su investigación tras haber interrogado al coronel Kanaan y a elevar sus primeras conclusiones en un informe que antes del próximo día 21 debía entregar a la Secretaría General de Naciones Unidas. El magistrado Mehlis, sin embargo, planeaba reclamar un periodo de investigación suplementaria, hasta el 15 de diciembre, para llegar al fondo del caso.
Ghazi Kanaan había sido desde 1982 hasta 2002 responsable de los servicios secretos del Ejército de Siria en Líbano, gracias a los vínculos de amistad que le vinculaban al ex presidente fallecido Hafez Al Assad.
Como jefe de la temida seguridad militar había jugado un papel capital en las luchas intestinas surgidas en Líbano que desencadenaron la guerra civil que sufrió el país de los cedros en los años setenta y ochenta. Sus redes de agentes, infiltrados en todo el país, le permitieron no sólo controlar la vida política de Líbano, sino además a los responsables del Estado.
El coronel Kanaan había alertado a Damasco en los últimos años sobre el peligro que suponía continuar apostando a favor del presidente libanés, Émile Lahoud, subrayando la necesidad de buscar una nueva generación de aliados, más creíbles, menos comprometidos, pero sobre todo más queridos por la opinión publica.
Seguridad militar
Los proyectos políticos del antiguo patrón de la seguridad militar se vieron sin embargo torpedeados por algunos de los consejeros del presidente sirio y por el propio Rafik Hariri, que, al frente de los sectores democráticos y aperturistas, empezó a propugnar el fin de la tutela de Siria sobre Líbano.
Las intrigas y enfrentamientos en la cúpula dirigente siria sobre la manera de gobernar en Líbano provocaron en el año 2002 la dimisión de Kanaan, quien fue relevado de su cargo, trasladado a Damasco, donde, sin embargo, inició una brillante escalada hasta convertirse en ministro del Interior. Desde su despacho, utilizando a sus fieles colaboradores y a sus agentes, continuaba controlando no obstante la red de intereses sirios en Líbano.
Los observadores políticos y diplomáticos de Beirut no descartan que el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri se decidiera en su despacho.
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